CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de julio de 2008

ME DIJERON QUE ESTAS


Me dijeron que estas
en la noche más pura.

Que nunca ya una golondrina
poblará tus inviernos.

Que hacia el país de la mirra,
partiste.

Jamás fue hermosa la muerte.
Jamás ya, la seda de tu pecho.

Felipe Servulo

DESPECHO






Arcanidad terrible de la vida,
destino lleno de rigor sin nombre,
infancia entre las sombras escondida,
aprieta sin piedad, que das en Hombre.
No esperes con tu golpe furibundo
avasallar mi soberano aliento:
es grande mi tormento como el mundo;
pero el alma es mayor que mi tormento.
Y siempre aquí, con arrogante calma
de tus rencores la sin par fiereza
afronto audaz, que la grandeza de alma,
aunque pequeño soy, es mi grandeza.
Nunca al poder ni al oro me arrodillo,
y aunque me agobie padecer tirano
me muero de hambre; pero no me humillo...
seré cadáver, pero no gusano.
Bien, alma ¡bien! porque jamás te humillas...
eres inmensa en tu sufrir constante...
¡No mendigues la gloria de rodillas,
conquístala de pie, mártir gigante!

I
Nací juguete de la vil fortuna
y me acompañan en fatal camino
la negra sombra que bañó mi cuna,
la negra mano que marcó mi sino.
A la luz de brillantes ilusiones
de la horrible verdad vi los arcanos,
y fue mi alma festín de las pasiones
como el cuerpo es festín de los gusanos;
lloré por la esperanza asesinada,
pero tanto creció mi desventura,
que traduje en sonora carcajada
la suprema expresión de la amargura.
Al fin, cansado de mortal quebranto
adopté el estoicismo por divisa:
tanto lloré, que se agotó mi llanto,
tanto reí que se acabó mi risa.
Sin fe, sin juventud, la despreciada
vida infeliz indiferente rueda...
con mi última ilusión evaporada
¿qué me queda en el mundo?... ¿qué me queda?
Ya no tengo sonrisa ni gemido;
ni amo, ni aborrezco, ni ambiciono,
que en indolencia criminal sumido
hasta mi propio espíritu abandono.
Hora tras hora solitario pierdo
envuelto en bruma de oriental pereza;
es mi goce sufrir con el recuerdo,
entregado al placer de la tristeza.
Pláceme abrir heridas mal cerradas,
contemplando a la espalda de los años,
ilusiones de fuego, sepultadas
en la nieve de horribles desengaños.

II
También un tiempo ¡ay de mí!
tras de fantasmas risueños
desatinado corrí;
porque la razón perdí
entre marañas de sueños.
Lindo germen de ilusión,
de mi espíritu gastado
engendró loca pasión...
soñó con la redención
mi frente de condenado.
En mi desencanto amé
creyendo que no creía,
y más desencanto hallé...
¡imbécil! ¿por qué soñé,
cuando soñar no debía?
Amé a una mujer, como ama
quien amar no cree... su llanto
alzó en mi ser una llama,
como alza fosfórea flama
la lluvia en el camposanto.
Pero ¡ay! de aquellas historias
sólo guarda el corazón
recuerdos de muertas glorias,
memorias, sólo memorias son.
Porque mis sueños huyeron,
y mis amores volaron,
mis esperanzas murieron,
y los placeres que fueron
luto en el alma dejaron.
Hoy en negra decepción
los desprecios y el cariño,
mis esperanzas murieron,
para mí lo mismo son...
en lugar de corazón
llevo el cadáver de un niño.

III
De luz imposible mi cráneo era foco
de luz imposible mis sueños vestí;
pero ¡ay! que mis sueños febriles de loco
en mares de sombra perdiéronse al fin.
El alma, la vida apenas soporta,
la paz de las tumbas, del alma es la paz;
yo soy un pasado que a nadie le importa;
yo soy en la tierra cadáver social.
¡Guay del que vegeta con sueños despierto!
dormirse soñando es muerto vivir...
yo vivo y no sueño, cadáver despierto,
del ser y la nada parodia infeliz.
Al cielo pregunto con ansia indecible:
¿los mártires suben de Dios al dosel?
el cielo se calla, y un eco terrible
me dice: ¡No sueñes... mentira es la fe!
Quien deja la vida de luto y hastío
se vuelve a la nada que de ella salió,
tras esas estrellas no hay más que vacío;
me dice: ¡No sueñes... mentira es la fe!
El hombre, ese imbécil gusano pequeño,
de orgullo inflamado, se juzga inmortal;
pero es la existencia la sombra del sueño
del sueño que forja la nada quizá.

IV
Señor, de la duda me asfixia el abismo,
te ruego que mandes a mi alma infeliz
la fe sacrosanta o el negro ateísmo...
negar es creer... dudar es sufrir.

Antonio Plaza

CONTRA EL VERSO RETORICO



Contra el verso retórico y ornado
El verso natural. Acá un torrente:
Aquí una piedra seca. Allá un dorado
Pájaro, que en las ramas verdes brilla,
Como una marañuela entre esmeraldas -
Acá la huella fétida y viscosa
De un gusano: los ojos, dos burbujas
De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.
Por sobre el árbol, más arriba, sola
En el cielo de acero una segura
Estrella; y a los pies el horno,
El horno a cuyo ardor la tierra cuece -
Llamas, llamas que luchan, con abiertos
Huecos como ojos, lenguas como brazos,
Savia como de hombre, punta aguda
Cual de espada: ¡la espada de la vida
Que incendio a incendio gana al fin, la tierra!
Trepa: viene de adentro: ruge: aborta.
Empieza el hombre en fuego y para en ala.
Y a su paso triunfal, los maculados,
Los viles, los cobardes, los vencidos,
Como serpientes, como gozques, como
Cocodrilos de doble dentadura,
De acá, de allá, del árbol que le ampara,
Del suelo que le tiene, del arroyo
Donde apaga la sed, del yunque mismo
Donde se forja el pan, le ladran y echan
El diente al pie, al rostro el polvo y lodo,
Cuanto cegarle puede en su camino.
El, de un golpe de ala, barre el mundo
Y sube por la atmósfera encendida
Muerto como hombre y como sol sereno.
Así ha de ser la noble poesía:
Así como la vida: estrella y gozque;
La cueva dentellada por el fuego,
El pino en cuyas ramas olorosas
A la luz de la luna canta un nido
Canta un nido a la lumbre de la luna.

Jose Marti

ASI. VERTE DE LEJOS





Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y sí que como el agua que brota de una fuente
aquellos bellos días ya no pueden volver.

Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer,
y lograr que mi rostro se quede indiferente
y que el gesto de hastío parezca de placer.

Así, verte de lejos, y no decirte nada
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuánto te quiero así.

Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
la noche entera es corta para soñar contigo
y todo el día es poco para pensar en ti.

Jose Ángel Buesa

RECADO



Amor, amor de aquí: pásame el brazo
por la cintura. Amor, toca esta frente,
di una frase vulgar, casi inocente,
ríe, ríe después... Tengo un retazo

de sol bajo la tela de mi hombro.
Arráncalo de ahí, dáselo a un nido.
Llora como si ya te hubieras ido,
y cállate en el punto en que te nombro.

Amor, amor, ¡sujétame esta gota!
( ¿Verdad que se parece a la mar rota? )
Mi corazón para la luz se cierra.

Al sur de todo vengo abandonada.
Deténme: estoy muriéndome por nada,
arrepentida de mirar la tierra.

Carilda Oliver

EL VIENTO EN LA ISLA


EL viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.
Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.
Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.
Escucha cómo el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.
Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.
Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

Pablo Neruda

SER UNA CASTA PEQUEÑEZ



Fuérame dado remontar el río
de los años, y en una reconquista
feliz de mi ignorancia, ser de nuevo
la frente limpia y bárbara del niño...

Volver a ser el arrebol, y el húmedo
pétalo, y la llorosa y pulcra infancia
que deja el baño por secarse al sol...

Entonces, con instinto maternal,
me subirías al regazo, para
interrogarme, Amor, si eras querida
hasta el agua inmanente de tu pozo
o hasta el penacho tornadizo y frágil
de tu naranjo en flor.

Yo, sintiéndome bien en la aromática
vecindad de tus hombros y en la limpia
fragancia de tus brazos,
te diría quererte más allá
de las torres gemelas.

Dejarías entonces en la bárbara
novedad de mi frente
el beso inaccesible
a mi experiencia licenciosa y fúnebre.

¿Por qué en la tarde inválida,
cuando los niños pasan por tu reja,
yo no soy una casta pequeñez
en tus manos adictas
y junto a la eficacia de tu boca?

Ramón López Velarde

REQUIEM POR FEDERICO

I
Lo mataron en Granada,
una tarde de verano
y todo el cielo gitano
recibió la puñalada...
Sangre en verso derramada,
poesía dulce y roja
que toda la vega moja
en amargo desconsuelo
«sin paño de terciopelo
ni cáliz que la recoja».
(Por cielos de ceniza
se va el poeta;
la frente se le riza
como veleta.
Toda Granada
es una plazoleta
deshabitada)

II
«Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos».
En la plama de sus manos
como un niño lo traían...
Las mujeres se rompían
los volantes de la enagua,
y el Darro bailaba el agua
en un triste soniquete
que sonaba a martinete
y a cante grande de fragua...
(¡Encended los faroles;
romped el velo;
cantad por "caracoles",
que viene el duelo!
¡Como una espada,
llevadlo, así, entre "oles"
por su Granada)

III
No te vayas buen amigo
quédate aquí con nosotros;
están soltando los potros
junto a lo verde del trigo...
Están soñando contigo
temblando de calentura,
gitanas de piel oscura
y brillante cabellera
y hay una boca que espera
morderte labio y cintura...
(Desnúdate deprisa,
que vengo herido;
quédate con la risa
como vestido...
Quiero beberte
y que luego dormido
venga la muerte...)

IV
«Rosa de los Camborios
gime sentada a la puerta»
medio viva y medio muerta
entre paños mortuorios.
A la luz de los velorios,
con pena de jazmín chico,
cual dos palomas sin pico
muestra sus pechos helados,
heridos y acuchillados
lo mismo que Federico.
(¡Que doble, bronce y plata,
la Vela, Vela,
que se ha muerto la nata
de la canela!
Mi bien amado
de limón y ciruela
va amortajado...)

V
«Ignacio Sánchez Mejías
con toda su muerte al hombro»
sale pálido de asombro
a las barandas sombrías...
Todas las ganaderías
mugen a la misma hora
y en el filo de la aurora,
junto a los bravos erales,
sobre el mar de los trigales,
la brisa también lo llora...
(¡Ignacio, dame el vaso
con el ungüento;
no puedo dar un paso,
ya no me siento!
Quiero abrazarte,
pero me ciega un viento
de parte a parte...)

VI
Dentro de su traje oscuro
te nombra Bernarda Alba...
la tarde pinta de malva
la rosa blanca del muro.
En la calle pisa duro
un caballo sin jinete;
dan en la torre las siete
y Angustias, con voz sombría,
solloza un Ave María
derrumbada el el poyete.
(Por la tapia del huerto
te llamé en vano...
—¡Dime que no está muerto
Pepe, el Romano!—
Ciego de zambra,
con un Ángel gitano
va por la Alhambra...)

VII
—¿De quién es ese lamento
que sobre la noche rueda?...
—De Marianita Pineda,
que está bordando en el viento...
Con hilos de sentimiento,
a la vez que borda y canta
y con mano fina planta
entre sangrientos jardines
una rosa de carmines
que enjoyará su garganta...
(¿Qué bordas, Marianita,
sobre esa tela?
La flor para una cita
que me desvela...
¡En seda cuaja
lo que Granada grita
que es su mortaja...)

VIII
«¡Hijo con un cuchillito
que apenas cabe en la mano»,
de tu romance gitano
cortaron la flor del grito!
¡Ay, qué dolor infinito
de pedernal y de rosa;
voy y vengo como loca
sin que consolarme pueda
porque ni un hijo me queda
para llevarme a la boca!
(Aquel traje de pana
que se ponía...
Aquella faja grana
que se ceñía...
¡Tanto cuidarlo,
y una flor de canana
para matarlo!).

IX
Desde su balcón volado,
pálida, triste y mocita,
te llama Doña Rosita,
con el aliento apagado...
Un heliotropo morado
le acuchilla las ojeras
y corta con sus tijeras
adormecidas de herrumbre
su corazón hecho lumbre
por cincuenta primaveras...
(¿Quién cambió los papeles
en el piano?
¿Quién secó los claveles
de mi verano...?
¡Ay, qué tormento!
¿Dónde estás, primo hermano,
que no te siento?)

X
Sobre el hoyo de la cama
donde su flor se le mustia
igual que un río de angustia
una mujer se derrama...
Llama en vano, llama y llama
al hijo que se le esconde...
—¿En qué jardines, en dónde,
hallar mi nardo de esperma...?
Grito preñado de Yerma
al que el hijo no responde...
(¡A la nana, mi niño,
que es madrugada...!
¡A la nana, cariño,
flor de Granada!
¡Si yo pudiera
quedarme embarazada
yo te pariera!)

XI
«Antonio Torres Heredia
Camborio de dura crin»,
llora al filo de la media
noche por el Albaicín...
Suena la voz de un muecín
como una fuente delgada,
y desde Sierra Nevada,
una paloma doliente,
baja a besarle la frente
al poeta de Granada...
(¿A dónde vas, amigo,
con tu secreto?
Te llevarás conmigo
voz y soneto...
¡Cómo gemía
dentro de tu esqueleto
la poesía!)

Rafael de León

26 de julio de 2008

ASESINANDO POEMAS



Poeta que fusilas estos versos,
y los hieres de muerte en una esquina,
del revés a veces de una tapia,
contra el viento que sopla en tu ventana.
Hoy has matado a un verso que rimaba,
a una estrofa sublime que pedía
ser coronada en el epílogo de amor
de aquel soneto, de un buen romance,
de una escuálida cuarteta, suplicante.
Tienes las manos enredadas en tu pluma,
ya no disparan saetas ni venablos.
Esperan tristes el letargo de la lluvia,
junto a ese piano sin cuerdas del teclado,
que espera baytes cifrados en sus letras,
para que el frío ordenador ponga su trasgo.

Azpeitia
6 de Diciembre de 2007

SOÑANDO



Anoche te soñaba, vida mía,
estaba solo y triste en mi aposento,
escribía... no sé qué; mas era algo
de ternura, de amor, de sentimiento.
Porque pensaba en ti. Quizá buscaba
la palabra más fiel para decirte
la infinita pasión con que te amaba.

De pronto, silenciosa,
una figura blanca y vaporosa
a mi lado llegó... Sentí en mi cuello,
posarse dulcemente
un brazo cariñoso, y por mi frente
resbalar una trenza de cabello.

Sentí sobre mis labios
el puro soplo de un aliento blando,
alcé mis ojos y encontré los tuyos
que me estaban, dulcísimos, mirando.
Pero estaban tan cerca que sentía
un yo no sé qué plácido desmayo,
que en la luz inefable de su rayo
entraba toda tu alma hasta la mía.

Después, largo, suave,
y rumoroso apenas, en mi frente
un beso melancólico imprimiste,
y con dulce sonrisa de tristeza
resbalando tu mano en mi cabeza
en voz baja, muy baja, me dijiste:
"-Me escribes y estás triste
porque me crees ausente, pobre amigo;
pero ¿no sabes ya que eternamente
aunque lejos esté, vivo, contigo?"

Y al despertar de tan hermoso sueño
sentí en mi corazón plácida calma;
y me dije: Es verdad... ¡Eternamente...!
¿Cómo puede, jamás., estar ausente
la que vive inmortal dentro del alma?

Manuel M. Flores

SUBITA MANO DE ALGUN FANTASMA OCULTO



Súbita mano de algún fantasma oculto
entre los pliegues de la noche y de mi sueño
me sacude y yo despierto, y en el abandono
de la noche no diviso gesto ni bulto.

Pero un terror antiguo, que insepulto
traigo en el corazón, como de un trono
baja y se afirma mi señor y dueño
sin orden, sin meneo y sin insulto.

Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a cualquier mano nocturna que me guía.

Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como la tiniebla fría.

Fernando Pessoa

EL HIELO



Para cubrir los peces del fondo, que agonizan
de frío, mis piadosas ondas se cristalizan,
y yo, la inquietuela, cuyo perenne móvil
es variar, enmudezco, me aduermo, quedo inmóvil.
¡Ah! Tú no sabes como padezco nostalgia
de sol bajo esa sábana siempre fría.
Tú no sabes la angustia de la ola que inmola
Sus ritmos ondulantes de mujer –su sonrisa-
al frío, y que se vuelve –mujer de Loth- banquisa:
ser banquisa es ser como la estatua de la ola.

Tú ignoras esa angustia: mas yo no me rebelo,
y ansiosa de que todo en mi Dios sea loado,
desprendo radiaciones al bloque de mi hielo,
y en vez de azul oleaje soy témpano azulado.

Mis crestas en la noche del polo con fanales,
reflejo el rosa de las auroras boreales,
la luz convaleciente del sol, y con deleites
de Seraphita, yergo mi cristalina roca
por donde trepan lentas las morsas y la foca,
seguidas de lapones hambrientos de su aceite . . .

¿Ya ves como se acata la voluntad del cielo?
Y yo recé: -¡Loemos a Dios, hermano hielo

Amado Nervo

NOTAS PERDIDAS



I
Es media noche. –Duerme el mundo ahora
bajo el ala de niebla del silencio
vagos rayos de luna
y el fulgor incierto
de lámpara velada
alumbran su aposento.
En las teclas del piano
vagan aún sus marfilinos dedos,
errante la mirada
dice algo que no alcanza el pensamiento.
¡Cómo perfuma el aire el blanco ramo
marchito en el florero,
cuán suave es el suspiro
que vaga entre sus labios entreabiertos!
................................................................
¡Adriana! ¡Adriana! de tan dulces horas
guardarán el secreto
tu estancia, el rayo de la luna, el vago
ruido de tus besos,
la noche silenciosa,
y en mi alma el recuerdo!...

II
Si en vosotras algún día
se fijan sus ojos bellos,
¡pobres estrofas! habladle
con rumor suave y ledo
como notas de una música
que oímos ha mucho tiempo,
y que impregnada de aromas
torna en las alas del viento.
Alzada cual leve brisa
besad sus blondos cabellos
y penetrad en su alma
y en los espacios perdeos
como en la santa capilla
las espirales de incienso!...

III
Como recuerdo de su amor sincero,
recuerdo dulce y único
de aquel amor suave y melancólico
cual la luz del crepúsculo,
guardo en un cofrecito plateado
unas rosas de musgo
las contemplo en mis horas de alegría,
las beso cuando sufro,
¡aún guardan el perfume penetrante
de los cabellos suyos!
................................................................
Cuando bajo la tierra muda y fría
duerma, lejos del mundo,
cuando el ramaje de movible sauce
cobije mi sepulcro,
sobre la piedra que mis restos vele
poned el ramo mustio!

IV
La noche en que al dulce beso
del amor, se abrió su alma
caminando lentamente
iba, en mi brazo apoyada.
No había luna. Las estrellas
vertían su luz escasa,
y sobre el cielo profundo
nuestros ojos contemplaban
como una bruma ligera,
la brillante vía láctea,
suspiró. Con voz muy queda
dime, le dije, ¡te cansas!
alzó la hermosa cabeza,
se iluminó su mirada
y murmuró. Mira dicen
que es grande, inmensa la vaga
bruma que brilla a lo lejos
como una niebla de plata,
que la forman otros mundos
que están a inmensa distancia,
que la luz solar invierte
siglos en atravesarla,
y si Dios quisiera un día
a ti y a mí darnos alas
esa distancia infinita
feliz, contigo cruzara!
Bajo la noble cabeza
desvió la viva mirada
y dijo paso –de nuevo
me preguntabas "te cansas"!

V
¡Pobre! junto del hombre aquel, su vida
fue como un rayo del estivo sol,
que se pierde en un caos de neblinas
sin forma ni color.
................................................................
Las veces en que, en horas de tristeza,
las sombras de otros tiempos evocó
y el recuerdo feliz y sonriente
de su primer amor,
las veces en que al beso de la pena
quizá lanzó un ¡ay! y murmuró
cabe la cuna del dormido niño
una dulce canción,
las veces en que en luchas interiores
del sentimiento el grito sofocó
como el [humilde] aroma de las rosas
lo sabe sólo Dios!

VI
Encontrarás poesía
dijo entonces, sonriendo
en el recinto sagrado
de los cristianos templos,
en los lugares que nunca
humanos pies recorrieron,
en los bosques seculares
donde se oculta el silencio,
en los murmullos sonoros
de las ondas y del viento,
en la voz de los follajes
del amor en los recuerdos,
de las niñas de quince años
en los blancos aposentos,
en las tristezas profundas
como el Cristo
en las noches estrelladas,
...jamás en los malos versos!

VII
Como tú sobre la dura
roca nativa, parásita
también he visto en la vida
sobre las rocas más áridas
criaturas tristes y buenas
embellecer...

VIII
¡La visteis! dulce y serena
su faz retrata su calma
y aunque de visiones llena
aún está virgen su alma.
Tiene la piel suave y pura
cual las hojas de las lilas,
ensueños de honda ternura
rebosan en sus pupilas.
Pequeño y la forma arqueada
el pie nervioso y breve
y pálida y hoyuelada
la blanca mano de nieve.
La mirada traviesa
con lumbre vívida brilla
bajo de la blonda espesa
de la española mantilla.
Y al meditar en sus besos
perdiéndose en sus miradas
se sueñan locos excesos
de frescas carnes rosada[s].
Su alegre estancia risueña
medio-templo, medio-nido,
conversa al alma que sueña
con un lenguaje escondido.
Hacia sus grandes ventanas
que velan leves cortinas
tienden las oscuras ramas
las madreselvas vecinas.
De noche mis pensamientos
allí van –ruido importuno
en las alas de los vientos
con los rayos de la luna.
Y al penetrar, a la mesa
vuelan –do lee o delira-
o hacia el Cristo al cual le reza,
o al espejo do se mira.
Y cual una visión vana
que evaporándose crece
se salen por la ventana
cuando la aurora amanece!

IX
Bajad a la pobre niña,
bajadla con mano trémula,
y con cuidadoso esmero
entre la fosa ponedla
y arrojad sobre su tumba
frías puñadas de tierra!
Aún sobre sus labios rojos
la sonrisa postrimera,
tan joven y tan hermosa
y descansa helada, yerta,
y está marchito el tesoro
de su dulce adolescencia!
Bajad a la pobre niña,
¡bajadla con mano trémula
y con cuidadoso esmero
entre la fosa ponedla
y arrojad sobre su tumba
frías puñadas de tierra!
Cavad ahora otra fosa,
cavadla con mano trémula,
de la sonriente niña
del triste sepulcro cerca,
para que lejos del mundo
su sueño postrero duerman
mis recuerdos de cariño
y mis memorias más tiernas.
Bajadlos desde mi alma

Jose Asuncion Silva

SONETO DEL AMOR VICTORIOSO



Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra oscura
de resistir la luz de mi alegría,

ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía.

Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga.

Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.

Francisco Luis 
Bernárdez

SONATINA



La bacana está triste, ¿qué tendrá la bacana?
Ha perdido la risa su carita de rana
y en sus ojos se nota yo no sé qué penar;
la bacana está sola en su silla sentada,
el fonógrafo calla y la viola colgada
aburrida parece de no verse tocar.

Puebla el patio el berrido de un pebete que llora,
tiran bronca dos viejas y chamuya una lora
mientras canta "I Pagliacci" un vecino manghín,
la bacana no ríe, la bacana no siente,
la bacana parece que ha quedado inconsciente
con el mate ocupado por algún berretín.

¿Piensa acaso en el coso que la espera en la esquina?
¿En aquel que le dijo que era muy bailarina
con tapín de mafioso, compadrito y ranún?
¿En aquel que una noche le propuso el espiante?
¿En aquel cajetilla, entallao de elegante?
¿O en aquel caferata que es un gran pelandrún?

¡Oh la pobre percanta de la bata rosa!
quiere tener menega, quiere ser poderosa,
tener departamento con mishé y gigoló,
muchas joyas debute, un peleche a la moda.
Porque en esta gran vida el que no se acomoda
y la vive de grupo, al final se embromó.

Ya no quiere la mugre de la pieza amueblada,
el bacán que la shaca ya la tiene cansada,
se aburrió de esa vida de continuo ragú;
quiere un pibe a la gurda que en el baile con corte
les dé contramoquillo a los reos del Norte,
los fifí del Oeste, los cafishios del Sú.

-"¡Vamos, vamos pelandra! -dice el coso que llega-,
esa cara de otaria que tenés no te pega,
levantate ligero y unos mangos pasá".
Está el patio en silencio, un rayito de luna.
se ha colado en la pieza mientras la pelandruna
saca vento de un mueble y le dice: -¡Tomá!

Celedonio Flores

EL OTRO





¿Por qué decir nombres de dioses, astros
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.

Rosario Castellanos

22 de julio de 2008

POEMA 35



Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida,
déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de
piedras verdes en la casa de la noche, déjate
caer y doler, mi vida.

Alejandra Pizarnik

POBRECITA DE REMEDIOS



¡ Caray, quén lo iba a dicir!
¡ Probecita de Remedios!
Tan chula la muchachita...
Se mi hace que la'stoy viendo
cuando pasaba 'el domingo
con sus trapitos más nuevos,
pa óir la misa de doce
allá en l'iglesia del pueblo.

Daba gusto devisaría
con aquel aigre tan serio,
sin hacer caso de gromas
y sin dar óido a requebros...
¡ Maihayan los hombres malos
como ese endino de Pedro!

La pretendieron retihartos:
lo mejorcito del pueblo;
pero, a naiden l'hizo caso,
a todos los hizo menos.
!L'único que le dio de ala
jue ese malora del Pedro!

Dende chico jue un perdido,
era l'azote del pueblo,
sempre andaba de parranda
y sempre acababa en pleito.
A todo mundo ensultaba
a naiden tuvo respeuto;
y en una de tantas nochis
en que ya'andaba muy ebrio,
s'hizo de malas razones
con sus cuatezones mesmos;
tras de las malas palabras,
jueron a dar a los hechos,
y, al fin de la pelotera,
se jallaron a dos muertos.
Los dos muertos a balazos,
y lo cierto era qu'entre ellos,
el único que traiba cuete
era el malvado de Pedro.

A resultas d'esi asunto,
tuvo que salir juyendo
naiden golvió a saber de él
todos quedamos contentos;
¡ sólo se quedó llorando
esa probe de Remedios!..
Y ansi quedaron las cosas
y ansina se pasó el tiempo

Villistas y carranclanes
s'estaban dando muy recio;
ya'staba la balacera
en las goteras del pueblo;
entraron los gananciosos,
y, al frente de todos ellos,
montando un cuaco alazán,
llegó un capitán primero
qui aluego reconocimos:
¡ era aquel diantre de Pedro!

Luego luego que llegaron
Pedro jue a ver a Remedios
y golvió loca a la probe
que ya lo daba por muerto.
Tanto jue lo que le dijo
que, dende'l mesmo momento,
todas las nochis se vian
en las ajueras del pueblo.
Por aquellos mesmos días
llegó el resto di aquel cuerpo,
al mando di un general
qu'era ¡ el mero petatero!

-Capitán, esa chamaca,
la más sazona del pueblo,
mi han contado qu'es su novia...
-Sí, mi general, es cierto.
Pos usté sabe lo qui hace...
¡ Consígamela y lo asciendo!

Es una de tantas nochis,
Reniedios jue a ver a Pedro,
taba la nochi rescura,
y la probe de Remedios
s'echó en los brazos di un hombre,
qu'ella créiba qu'era Pedro...

Cuando vino a darse cuenta,
su mal no tuvo remedio;
el hombre se le hechó incima
di un modo reteviolento.
¡ Era el mesmo general!
¡ Pedro se ganó su ascenso...
Y allí quedó deshojado
un capullito abrileño...

Ora anda una probe loca
de pordiosera 'en el pueblo,
ganando ansina la vida,
en tan y mientras que en México,
pasiando en gran artomóvil
y con las pilas de pesos,
anda un siñor general
al que le nombran "don Pedro"

La mera verdá de Dios,
parece cosa de cuento,
pero le juro, compadre,
que lo que digo es muy cierto.
¡ Malhayan los hombres malos
como ese endino de Pedro!

Carlos Rivas Larrauri

EN COLONIA





En la vieja Colonia, en el oscuro
rincón de una taberna,
tres estudiantes de Alemania un día
bebíamos cerveza.
Cerca, el Rhin murmuraba entre la bruma,
evocando leyendas,
y sobre el muerto campo y en las almas
flotaba la tristeza.
Hablamos de amor, y Franck, el triste,
el soñador poeta,
de versos enfermizos, cual las hadas
de sus vagos poemas:
«Yo brindo —dijo— por la amada mía,
la que vive en las nieblas,
en los viejos castillos y en las sombras
de las mudas iglesias;
»Por mi pálida Musa de ojos castos
y rubia cabellera,
que cuando entro de noche en mi buhardilla en la
frente me besa».
Y Karl, el de las rimas aceradas,
el de la lira enérgica,
cantor del Sol, de los azules cielos
y de las hondas selvas,
el poeta del pueblo, el que ha narrado
las campestres faenas,
el de los versos que en las almas vibran
cual músicas guerreras:
«Yo brindo —dijo— por la Musa mía,
la hermosa lorenesa,
de ojos ardientes, de encendidos labios
y riza cabellera;
»por la mujer de besos ardorosos
que espera ya mi vuelta
en los verdes viñedos donde arrastra
sus aguas el Mosela».
«¡Brinda tú!»—me dijeron—. Yo callaba
de codos en la mesa,
y ocultando una lágrima, alcé el vaso
y dije con voz trémula:
«¡Brindo por el amor que nunca acaba!»
y apuré la cerveza;
y entre cantos y gritos exclamamos:
«¡Por la pasión eterna!».
Y seguimos risueños, charladores,
en nuestra alegre fiesta...
Y allí mi corazón se me moría,
se moría de frío y de tristeza.

Ismael Enrique Arciniegas

17 de julio de 2008

EL PRESENTIMIENTO



El presentimiento
es la sonda del alma
en el misterio.
Nariz del corazón,
que explora en la tiniebla
del tiempo.

Ayer es lo marchito.
El sentimiento
y el campo funeral
del recuerdo.

Anteayer
es lo muerto.
Madriguera de ideas moribundas
de pegasos sin freno.
Malezas de memorias
y desiertos
perdidos en la niebla
de los sueños.

Nada turba los siglos
pasados.
No podemos
arrancar un suspiro
de lo viejo.
El pasado se pone
su coraza de hierro
y tapa sus oídos
con algodón del viento.
Nunca podrá arrancársele
un secreto.

Sus músculos de siglos
y su cerebro
de marchitas ideas
en feto
no darán el licor que necesita
el corazón sediento.

Pero el niño futuro
nos dirá algún secreto
cuando juegue en su cama
de luceros.
Y es fácil engañarle;
por eso,
démosle con dulzura
nuestro seno.

Que el topo silencioso
del presentimiento
nos traerá sus sonajas
cuando se esté durmiendo.

Federico García Lorca

LA TIERRA



La tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mí tu cabellera
la que reparte las espigas.
Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequeños pasos,
eres o no eres?
Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándorne
desde las torturadas
y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca

Pablo Neruda

SOLO



Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.

Oliverio Girondo

13 de julio de 2008

LAGRIMA TRISTE EN MI DOLOR VERTIDA



Lágrima triste en mi dolor vertida,
perla del corazón que entre tormentas
fue en largas horas de pesar nacida,
en fúnebre memoria convertida
la flor será que a tu corona enlace;
las horas de la vida turbulentas
ajan las flores y el laurel marchitan;
pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,
llanto de duelo que el dolor fecunda,
si el triste hueco de una tumba anega
y sus húmedos hálitos inunda,
ni el sol de fuego que en Oriente nace
seco su manantial a dejar llega
ni en sutiles vapores le deshace,
¡y es manantial fecundo el llanto mío
para verter sobre un sepulcro amado
de mil recuerdos caudaloso río!

Rosalía de Castro

12 de julio de 2008

COMO GATA BOCA ARRIBA






Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

Gioconda Belli

GRATITUD



Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girondo,
agradecido.

Oliverio Girondo

11 de julio de 2008

ADRIANA





Noble como la cándida adorada
del inmortal poeta florentina,
corona de la frente inmaculada
el dorado cabello
que sobre el hombro flota en blondos rizos,
perdida en el espacio la mirada
como se pierde en su conjunto bello
la de aquél que contempla sus hechizos.
Hay infinita luz que reverbera
en el azul de sus divinos ojos
cual de limpio zafiro en los cristales.
Una expresión de majestad serena
de pudor y recato virginales
vela la gracia de sus labios rojos,
y es a la vez misterioso encanto,
lumbre, murmullo, vibración y canto!
Su voz tiene las notas armoniosas
de la del ave que en blando nido
de su impotencia de volar se queja,
llena de suavidad, llena de calma
su cariñosa frase siempre deja
una estela de perlas en el alma.
Tiene la delicada transparencia
de las húmedas hojas de las lilas
y ni una leve mancha en la conciencia
y ni una leve sombra en las pupilas.
Es una reunión encantadora
de lo más dulce que la vida encierra
a los rosados rayos de la aurora
hecha, del aire en los azules velos,
con lo más delicado de la tierra
y lo más delicado de los cielos!

José Asunción Silva

A MI MADRE



¡Oh, cuán lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!

¡Con qué grato embeleso recogías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera,
con maternal orgullo repetías!

Hoy que de la vejez con el quebranto
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,

el recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque pensando en ti me siento niño.

Vicente Riva Palacio

HORA TRAS HORA



Hora tras hora, día tras día,
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña,
pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
después de marchita;
de las ondas que besan la playa
y que una tras otra besándola expiran.
Recoged los rumores, las quejas,
y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
negros tormentos, dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
en dónde, alma mía?

Rosalía de Castro