CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

29 de febrero de 2008

HAY UN DIA FELIZ



A recorrer me dediqué esta tarde
las solitarias calles de mi aldea
acompañado por el buen crepúsculo
que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
y su difusa lámpara de niebla,
sólo que el tiempo lo ha invadido todo
con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
volver a ver esta querida tierra,
pero ahora que he vuelto no comprendo
cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
en la torre más alta de la iglesia;
el caracol en el jardín; y el musgo
en las húmedas manos de las piedras
No se puede dudar, éste es el reino
del cielo azul y de las hojas secas
en donde todo y cada cosa tiene
su singular y plácida leyenda:
hasta en la propia sombra reconozco
la mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
que presenció mi juventud primera,
el correr en la esquina de la plaza
y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!, nunca sabe
uno apreciar la dicha verdadera,
cuando la imaginamos más lejana
es justamente cuando está más cerca.
¡Ay de mí! ¡ay de mí!, algo me dice
que la vida no es más que una quimera:
una ilusión, un sueño sin orillas,
una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
la emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
cuando emprendí mi singular empresa,
una tras otra, en oleaje mudo,
al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
y cuando estuve frente a la arboleda
que alimenta el oído del viajero
con su inefable música secreta
recordé el mar y enumeré las hojas
en homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino.
Me detuve delante de una tienda:
el olor del café siempre es el mismo.
Siempre la misma luna en mi cabeza,
entre el río de entonces y el de ahora
no distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
que mi padre plantó frente a la puerta
(ilustre padre que en sus buenos tiempos
fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
era un trasunto fiel de la Edad Media
cuando el perro dormía dulcemente
bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
el delicado olor de las violetas
que mi amorosa madre cultivaba
para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
no podría decirlo con certeza;
todo está igual, seguramente,
el vino y el ruiseñor encima de la mesa,
mis hermanos menores a esta hora
deben venir de vuelta de la escuela:
¡sólo que el tiempo lo ha borrado todo
como una blanca tempestad de arena!

Nicanor Parra

EL ENEMIGO




Mi juventud no fue sino una tenebrosa borrasca,
Atravesada aquí y allá por brillantes soles;
El trueno y la lluvia han hecho tal desastre,
Que restan en mi jardín muy pocos frutos bermejos.

He aquí que he llegado al otoño de las ideas,
Y que es preciso emplear la pala y los rastrillos
Para acomodar de nuevo las tierras inundadas,
Donde el agua orada hoyos grandes como tumbas.

Y ¿quién sabe si las flores nuevas con que sueño
Encontrarán en este suelo lavado como una playa
El místico alimento que haría su vigor?

— ¡Oh, dolor! ¡Oh, dolor! ¡El Tiempo devora la vida,
Y el oscuro Enemigo que nos roe el corazón
Con la sangre que perdemos crece y se fortifica!

Charles Baudelaire

ME GOLPEA LA NOCHE



Me golpea la noche
que desgrana
tu ingrávido cuerpo.
Llueve por el arrabal
y yaces inerte
cual delicada ola.
Lo cierto es que pueblas
los sueños de mis insomnios.

Y tuyo es el perfume a lilas
y la luna sobre las corolas.

Felipe Servulo

EL BAÑO



Ya dejas el plumón. Las presurosas
manos desatan el discreto nudo,
y queda el cuerpo escultural desnudo
volcán de nieve en explosión de rosas.

El baño espera. De estrecharte ansiosas
están las aguas, y en el mármol mudo,
un esculpido sátiro membrudo
te contempla con ansias amorosas.

Entras al fin y el agua se estremece,
en tanto, allá en el orto ya parece
el claro sol de refulgente rastro.

Y cuando ufana de las fuentes sales,
de tu alcoba a los diáfanos cristales,
por mirarte salir, se asoma el astro.

Enrique González Martínez

27 de febrero de 2008

A SAFO







Porque eres canallesca, porque eres exquisita,
y porque eres perversa, y porque eres fatal,
mi carne pecadora tu carne necesita
para libar las mieles de las flores del Mal.

Porque tiene tu vientre albor de margarita,
y tus piernas, columnas de tu templo carnal,
guardan el Tabernáculo de mi hostia maldita
y ocultan el secreto de mi anhelo sensual.

Porque tus ojos glaucos, para el hombre inconstantes,
brillan faunescamente, lesbianos, inquietantes,
cuando pasa una núbil doncella junto a ti,

anhelo pecadora, tu lascivo contacto
para la complicada consumación del Acto,
¡Con la santa lujuria que está latente en mí!


Hilarión Cabrisas

SENTIDOS



Que me cierren los ojos con uvas.
(Diáfana, honda plenitud de curvas.)
Que me envuelva un incendio de manzanas.
Que me envuelvan —presagio de pulpa―
En ciruelas de tacto perfumado…
Inundadme
En pleamar de pétalos y trinos.
Que me ciñan — ¡Ceñidme― de eclípticas azules.

Emilio Ballagas

DESEO



Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...

Dulce María Loynaz

24 de febrero de 2008

COSAS DE LA VIDA




No pirdas mano, el tiempo;
en balde es que me digas
las penas que yo tengo
la copa me las quita,
y, pase lo que pase,
tendré que ser ansina,
porqui al ponerme chuco
todito se mi olvida,
me viene guango el mundo
y a naiden pido frías...
Te lo agradezco mano...
bien sé qui harto m'estimas
y que te duele muncho
que mi haiga gúcíto ansina;
pero... es en balde, cuate...
¡Son cosas de la vida!
Es cierto lo que dices:
ya sé qu'es cobardía
qui un hombre por sus penas
se intriegne a la bebida,
pero es que t'equivocas
dialtiro site fías nomás de l'aparencia:
¡Yo soy un vil marica!,
¡un probe disgraciado
que no tiene ni pizca de macho,
ni de nada que guela a valentía!.
Si yo juera valiente,
¿tú cré~ qu'estaba viva
aquella disgraciada
qu'es causa de mi ruina...?
Ya luego aquello qu'hice,
¿no jile una cobardía...?
¿Por qué maté a aquel hombre
y no maté a la endina...?
Ella era la culpable;
porqu'él... gúeno,
tenía también algo de culpa,
pero era muy poquita,
porqu'esa re... canalla
me debe hasta la risa,
y él, pos, honradamente,
crio ni me conocía...
Pero es ansina el mundo,
¡son cosas de la vida!:
el más pior, tan tranquilo
y el más mejor, la vítima!
Y ora golviendo al cuento
de lo que te dicía,
verás por qué te dije
que soy un vil marica:
yo jui tan atascado
que ni me las olía,
ni supe que m'estaba
haciendo guey la endina,
hasta que en una tarde
di un desgraciado día,
me los jallé. . . "enfregante"
(crioque se dice ansina)
y, entonces, ¡ afigúrate
nomás qué sintiría!
Me puse como loco;
corrí pa la cocina;
cogí di allí el cuchillo,
y, sin saber qui hacía,
con ganas de Vengarme,
me jui sobre la endina
y... levanté la mano;
pero ella... -¡maldecida!
me vio con unos ojos
que nunca se mi olvidan,
y yo... bajé la mano y...
-ai'stá mi cobardía-
me dio ritiharta lástima,
la vide muy bonita,
y no pude ya hacerle
lo qu'ella merecia...
Pero yo'staba loco
de celos y de muina,
y, pa calmar las ansias
horribles que sintía,
necesitaba sangre
y... ¡el otro jue la vítima!
Dimpués, tú ya lo sabes;
pa qu'es que te lo diga:
cinco años en la Peni;
cuatro años en las Islas,
y, aluego, otros tres años
de darle a la bebida
queriendo olvidar cosas
que nunca se mi olvidan...
¿Pa qué puedo ser gúeno..
¿Pa qué queres que sirva,
si sólo con la copa
las penas se me quitan. . .?
¿será el rimordimiento. . .?
¿Será qu'entodavía
mi acuerdo d'esa infame
que’s causa de mi ruina...?
¡Quén sabe! Pero... mano,
en balde es que me digas...
Es cierto lo que dices:
es una cobardía
qui un hombre por sus penas
se tire a la bebida,
pero... con todo y todo,
ya más mejor no sigas...
¡ Pa mí ya no hay remedio...!
¡Son cosas de la vida!

Carlos Rivas Larrauri

DIAMANTES Y PERLAS



He aquí, lector, la diminuta llave
Que guarda de mis joyas el tesoro;
Privanme la modestia y el decoro
De que yo te las muestre y las alabe.

Quizás tu lente, escrutador, acabe
Por no hallar en mi cofre perlas ni oro
Si tal descubres, por tu honor imploro
Que no lo digas a quien no lo sabe.

Si no hallas en mis versos poesía,
Ni estilo, ni metáforas brillantes,
Mis páginas arroja sin leerlas.

Que otro lector, acaso, encontraría
En los tipos de imprenta - los diamantes,
Y en mis vacías páginas - las perlas.

Carlos Augusto Salaverry

SONETOS NOCTURNOS




I
Tiempo soy entre dos eternidades.
Antes de mí la eternidad y luego
de mí, la eternidad. El fuego;
sombra sola entre inmensas claridades.

Fuego del tiempo, ruidos, tempestades;
sí con todas mis fuerzas me congrego,
siento enormes los ojos, miro ciego
y oigo caer manzanas soledades.

Dios habita mi muerte, Dios me vive.
Cristo, que fue en el tiempo Dios, derive
gajos perfectos de mi ceiba innata.

Tiempo soy, tiempo último y primero,
el tiempo que no muere y que no mata,
templado de cenit y de lucero.


II
Ninguna soledad como la mía.
Lo tuve todo y no me queda nada.
Virgen María, dame tu mirada
para que pueda enderezar mi guía.

Ya no tengo en los ojos sino un día
con la vegetación apuñalada.
Ya no me oigas llorar por la llorada
soledad en que estoy, Virgen María.

Dame a beber del agua sustanciosa
que en cada sorbo tiene de la rosa
y de la estrella aroma y alhajero.

Múdame las palabras, ven primero
que la noche se encienda y silenciosa
me pondrás en las manos un lucero.

Carlos Pellicer

22 de febrero de 2008

LA COPA DEL AMOR



¡Bebamos juntos en la copa egregia!
Raro licor se ofrenda a nuestras almas,
¡Abran mis rosas su frescura regia
a la sombra indeleble de tus palmas!

Tú despertaste mi alma adormecida
en la tumba silente de las horas;
a ti la primer sangre de mi vida
¡en los vasos de luz de mis auroras!

¡Ah! tu voz vino a recamar de oro
mis lóbregos silencios; tú rompiste
el gran hilo de perlas de mi lloro,
y al sol naciente mi horizonte abriste.

Por ti, en mi oriente nocturnal, la aurora
tendió el temblor rosado de su tul;
así en las sombras de la vida ahora,
yo te abro el alma como un cielo azul.

¡Ah, yo me siento abrir como una rosa!
Ven a beber mis mieles soberanas:
¡yo soy la copa del amor pomposa
que engarzará en tus manos sobrehumanas!

La copa erige su esplendor de llama...
¡Con qué hechizo en tus manos brillaría!
Su misteriosa exquisitez reclama
dedos de ensueño y labios de armonía.

Tómala y bebe, que la gloria dora
el idilio de luz de nuestras almas;
¡marchítense las rosas de mi aurora
a la sombra indeleble de tus palmas!


Delmira Agustini

EL AGUA MULTIFORME







“El agua toma siempre la forma de los vasos
que la contienen”, dicen las ciencias que mis pasos
atisban y pretenden analizarme en vano;
yo soy la resignada por excelencia, hermano.
¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila?
Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila;
hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas,
me mostraba cilíndrica en las ánforas plenas,
y así pitagorizo mi ser, hora tras hora;
hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora,
todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe.
¡Los hombres no lo saben, pero Dios si lo sabe!

¿Por qué tú te rebelas? ¿Por qué tú ánimo agitas?
¡Tonto! ¡Si comprendieras las dichas infinitas
de plegarse a los fines del Señor que nos rige!
¿Qué quieres? ¿Por qué sufres? ¿Qué sueñas? ¿Qué te aflige?
¡Imaginaciones que se extinguen en cuanto
aparecen. . .! ¡En cambio, yo canto, canto, canto!
Canto, mientras tu penas, la voluntad ignota;
canto cuando soy chorro, canto cuando soy gota,
y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos,
murmuro: -¡Que se cumpla la santa ley de Dios!

¿Por qué tantos anhelos sin rumbo tu alma fragua?
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua;
sé como el agua, llena de oblación y heroísmo,
sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo;
sé como el agua, dócil a la ley infinita,
que reza en las iglesias en donde está bendita,
y en el estanque arrulla meciendo la piragua.
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua;
lleva cantando el traje de que el Señor te viste,
y no estés triste nunca, que es pecado estar triste.
Deja que en ti se cumplan los fines de la vida:
sé declive, no roca; transfórmate y anida
donde al Señor le plazca, y al ir del fin en pos,
murmura: ¡Que se cumpla la santa ley de Dios!

Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro
de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro;
si eres nube, la tarde te dará su arrebol;
si eres fuente, en tu seno verás temblando al sol;
tendrán filetes de ámbar tus ondas, si laguna
eres, y si océano, te plateará la luna.
Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada,
y una crencha de arco-iris en flor, si eres cascada.


Así me dijo el Agua con místico reproche,
Y yo, rendido al santo consejo de la Maga,
Sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche,
Clamé con el Apóstol: -Señor, ¿qué quieres que haga?

Amado Nervo

LA MUJER QUE DUERME




La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel,
piel de sirena.
Sueños desportillados,
amaneceres blancos.
Se estira, lee lo que escriben sus amigos,
los ama tanto,
los ama a todos.
El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte.
A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana
de diez metros
de largo,
su vientre está dormido.
Las sábanas son frescas.
La ciudad gime.
La mujer sueña.

Ana María Rodas

20 de febrero de 2008

PRECIOSA Y EL AIRE




Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira a la niña tocando
una dulce gaita ausente.
-Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.
Preciosa tira el panadero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de nieve.
¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
mas arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.
El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento furioso muerde.

Federico García Lorca

AVECES UNA HOJA DESPRENDIDA

A veces una hoja desprendida
de lo alto de los árboles, un lloro
de las ninfas que pasan un sonoro
trino de ruiseñor, turban mi vida.

Vuelven a mí medrosos y lejanos
suaves deliquios, éxtasis supremos;
aquella estrella y yo nos conocemos,
ese árbol, esa flor son mis hermanos.

En el abismo del dolor penetra
mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,
y es como un libro misterioso y hondo
en que puedo leer letra por letra.

Un ambiente sutil un aura triste
hacen correr mi silencioso llanto,
y soy como una nota de ese canto
doloroso de todo lo que existe.

Me cercan en bandada los delirios...
¿Es alucinación..., locura acaso?
Me saludan las nubes a su paso
y me besan las almas de los lirios.

¡Divina comunión!... Por un instante
son mis sentidos de agudeza rara...
Ya sé lo que murmuras, fuente clara;
ya sé lo que me dices, brisa errante.

De todo me liberto y me desligo
a vivir nueva vida, de tal modo,
que yo no sé si me difundo en todo
o todo me penetra y va conmigo.

Mas todo huye de mí y el alma vuela
con torpes alas por un aura fría,
en una inconsolable lejanía,
por una soledad que espanta y hiela.

Por eso en mis ahogos de tristeza,
mientras duermen en calma mis sentidos,
tendiendo a tus palabras mis oídos
tiemblo a cada rumor, naturaleza;

y a veces una hoja desprendida
de lo alto de los árboles, un lloro
de las linfas que pasan, un sonoro
trino de ruiseñor, turban mi vida.

Enrique González Martínez

NOCTURNO




¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
Tu santo y seña
Para que yo te reconozca
Siempre
A través de otras noches diferentes.
Tú me ofreces su frente en medialuna
(Medialuna de carne),
Sus labios (pulpa en sombra)
Y su perfil al tacto…
(Mañana mi derecha
Jugará a dibujar su contorno en el aire.)
¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre, déjame
Tu santo y seña
Para que yo te reconozca
Siempre
A través de otras noches diferentes.
¡Y que pueda llamarte gozoso,
Trémulo,
Por tu nombre!

Emilio Ballagas

18 de febrero de 2008

EL DOLOR DE LA NOCHE





Cuando tiembla la noche tardía
en los arenales y los campos negros,
se oyen voces dolientes, lejanas,
detrás de los cerros.
¡Es el canto del bosque perdido,
con la gama antigua de silvestres notas,
o el gemir del turbón ignorado,
por vegas y sombras!
¡O el distante clamor de las fieras
que en las pampas brunas
y en las lomas y campos eriales
envían al hombre sus iras nocturnas!
¡El coro que sube remoto a los cielos
será de la muerte la roja palabra
o el clamor de ciudad brilladora
que se hunde, se apaga!
¡El rondó que triste
las pendientes dormidas circunda:
el grito del odio será de los montes,
será de las tumbas!
Cuando se obscurecen las bromas erguidas
en los arenales y los campos negros,
cómo suena el dolor de la noche
¡detrás de los cerros!

Jose Maria Eguren

EL SUEÑO





La noche nos impone su tarea
Mágica. Destejer el universo,
las ramificaciones infinitas
de efectos y de causas, que se pierden
en ese vértigo sin fondo, el tiempo.

La noche quiere que esta noche olvides
tu nombre, tus mayores y tu sangre,
cada palabra humana y cada lágrima,
lo que pudo enseñarte la vigilia,
e ilusorio punto de geómetras,

la línea, el plano, el cubo, la pirámide,
el cilindro, la esfera, el mar, las olas,
tu mejilla en la almohada, la frescura

de la sábana nueva, los jardines,
los imperios, los Césares y Shakespeare
y lo que es más difícil, lo que amas.

Curiosamente, una pastilla puede
borrar el cosmos y erigir el caos.

Jorge Luis Borges

EXTASIS



Leía y meditaba. Era la hora
En que el alma en la carne se agiganta.
El sol caía en la naciente sombra;
La tarde se apagaba.

Meditaba, y mi espíritu subía,
Subía como al cielo se alza el águila;
Me asomé al infinito, y vi tinieblas,
Y me perdí en la nada.

Sentí hervidero de astros en la sombra,
Y pregunté al vacío ¿dónde se halla
Esa luz creadora que los mundos
De entre el caos levanta?

Y subía, y subía... Lo impalpable
A mis ojos abríase sin vallas;
Y en la sombra, sondando lo infinito,
Mi espíritu flotaba.

De repente la luna alzó su disco.
Brotaron las estrellas a miriadas;
Y la noche me habló con su silencio,
¡Y Dios habló a mi alma!

Ismael Enrique Arciniegas

17 de febrero de 2008

ADIOS




Adiós para siempre, mitad de mi vida,
una alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿No saben acaso
que pasa la vida cual pasa la flor?
Cruzamos el mundo como aves de paso...
Mañana, la tumba; ¿por qué hoy, el dolor...?

¿La dicha secreta de dos que se adoran
enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?
¿Tan sólo son gratas las almas que lloran
al torvo destino...? ¿La ley es morir...?

¿Quién es el destino...? Te arroja a mis brazos,
en mi alma te imprime, te infunde en mi ser,
y bárbaro luego me arranca a pedazos
el alma y la vida contigo... ¿por qué?

Adiós... es preciso. No llores... y parte.
La dicha de vernos nos quitan no más;
pero un solo instante dejar de adorarte,
hacer que te olvide, ¿lo, pueden...? ¡Jamás!

Con lazos eternos nos hemos unido;
en vano el destino nos hiere a los dos...
¡Las almas que se aman no tienen olvido,
no tienen ausencia, no tienen adiós!

Jose Angel Buesa

TU AMOR AYER TAN FIRME



Tu amor, ayer tan firme, es tan ajeno,
tan ajenas tu boca y tu cintura,
que me parece poca la amargura
de que hoy mi alrededor contemplo lleno.

El mal que hiciste lo tomé por bueno;
por agasajo tu desgarradura:
ni yo abro el pecho a herida que no dura
ni con vinos de olvido me sereno.

Mi corazón te tiene tan presente
que a veces, porque vive, desconfío
que sienta el desamor como lo siente.

Yo he ganado en el lance del desvío:
de nuestra triste historia únicamente
el arma es tuya; todo el dolor, mío.

Antonio Gala

CENIZAS



La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos.

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te debo lo que soy
La noche sufre.

Alejandra Pizarnik

SIN TREGUA




I
Al clásico del compás establecido
para cantar las cosas soberanas:
invocando al amor y al buen sentido,
musas que deben ser hermanas:
sin temer ni a la crítica del ruido
ni a la pereza y cobardía humanas:
voy a cantar mis versos al trabajo…
¡al sin tregua, al feroz, al a destajo!

II
Pero pido, por Dios, se me permita
no lanzarme de golpe a la faena;
porque mi viejo numen necesita
saber si su cordaje siempre suena,
como el yacán sus miembros ejercita
para bajar sin dudas a la arena:
las aves de gran vuelo alzan su vuelo
después de breves pasos por el suelo.

III
Preludio que, tal vez, me salga largo,
y como largo, fatigoso enredo;
pues, al coger la pluma me hago cargo
de que me impongo más de lo que puedo,
y de mi propia fama sin embargo.
No fío de mi fama y tengo miedo:
¡para la eternidad fiarme de un pase
quisiera lograr yo, con una frase!

IV
Podrá ser que me valgan: ansia firme
de producir el bien de cualquier modo;
más que afán ateniense de lucirme,
furor de semidiós de hacerlo todo;
más que la pretensión de redimirme,
la de bruñir y honrar mi propio lodo;
¡y el fervor masculino, temerario
de hurgar mi corazón, no el diccionario!…

V
¡Y me valieron ya!…gran llamarada
me llenó de saber sin más estudio:
templó mis fibras, afiló mi espada,
con sólo cuatro gotas de preludio;
y aunque las cuatro en si no valen nada,
las dejo como están, no las repudio.
¡Para dar sus mazazos más certeros,
sólo escupen sus palmas los herreros!

VI
¡Levántate holgazán!…¿ves el conjunto?,
la gloriosa verdad de las estrellas,
pues sabe que sin ti, sombra, trasunto,
dejarían de andar y de ser bellas;
¡porque basta que ceda un solo punto,
para verlas caer a todas ellas!…
¡Levántate holgazán: vibre tu pulpa,
peligra el universo por tu culpa!

VII
Nadie te dice, nadie, que no sueñes
y la luz de otros tiempos no vislumbres;
que sin haber subido te despeñes,
y a vivir despeñado te acostumbres;
que la visión angélica desdeñes,
de la paz que sospechas en las cumbres;
¡más de tus sueños de holgazán no hables!;
porque tienen que ser ¡muy miserables!

VIII
Aquel que se desploma en su miseria,
padece la miseria de si mismo…
en su nervio, en su músculo y su arteria,
desteje, desordena el raquitismo:
¡fiebre de destrucción, furor de histeria,
dinámica de sombra y cataclismo!…
¡Levántate chacal: deja tu acecho,
huye para in aeternum de tu pecho!

IX
¡Huye para in aeternun, en el carro
de los suspiros que al gemir exhalas!…
¡fuga, como una esencia de su tarro:
sueña, como una larva, con tus alas;
brota, como una flor brota del barro;
surge de tu dolor, lleno de galas;
ten una vez, hermano, la inmodestia
de pensarte más hombre que una bestia!

X
Llénate de ambición, ten el empeño;
ten la más loca, la más alta mira;
no temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
que rellena mejor quien más delira…
¿que la ciencia es brutal y que no sueña?
¡eso lo afirma el asno que la enseña!

XI
Naciste en el peldaño de una escala,
no en el seno confuso de una nube;
con el cetro en las manos, o la pala
pero raudo y audaz como un querube;
si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: ¡sube!…
¡sube sin timidez, no te abandones;
si te asusta volar, hay escalones!

XII
Escalones vibrantes que repelen
con poderosa percusión elástica,
que a salvar las alturas nos impelen
en una sin cesar marcha gimnástica;
¡anhelación de ser, marchas que suelen
rematar en la púrpura dinástica!…
¡no te duermas, por Dios; no hagas tu nido
en el vil escalón donde has nacido!

XIII
Yantar bien, dormir bien, es lo de menos;
pero soñar lo menos es afrenta;
no es digno del dolor romper los frenos
tan solo por la vianda suculenta;
delante de un redil de vientres llenos
¡prefiero yo la humanidad hambrienta!…
sueñan los grandes monstruos directrices
en un mundo bestial…¡sin infelices!

XIV
Genios de la igualdad, por cobardía,
o piratas protervos de alto bordo,
que quisieran un mundo sin porfía,
sin el pater familia, como el tordo;
mundo como el edén, pura ambrosía
hombre cual un rufián, feliz y gordo…
¡no desarrollan genio las mujeres,
porque sin gran dolor tienen placeres!

XV
¡Dolor, santo dolor; sol iracundo
que a las almas estólidas caldea;
que tortura a las fibras de lo inmundo
hasta que se hacen leña y se hacen tea!
¡Padre de lo mejor, amo del mundo;
generador supremo de la idea;
draga de remoción; llama expiatoria
que convierte las pústulas en gloria!

XVI
Odio por lo tranquilo y uniforme,
y ansia de otro nivel y de otro aspecto;
fiebre de perfección en lo deforme,
y hambre de súper luz en lo perfecto;
soberbias de Luzbel; vacío enorme
en el alma sombría del insecto…
eso requiere Dios, para sus planes:
angustias de Satán… ¡somos satanes!

Almafuerte

ODIO


Oh, primavera de las amapolas,
tú que floreces para bien mi casa,
luego que enjoyes las corolas, pasa.
Beso, la forma más voraz del fuego,
clava sin miedo tu endiablada espuela,
quema mi alma, pero luego, vuela.
Risa de oro que movible y loca
sueltas el alma, de las sombras, presa,
en cuanto asomes a la boca, cesa.
Lástima blanda del error amante
que a cada paso el corazón diluye,
vuelca tus mieles y al instante, huye.
Odio tremendo, como nada fosco,
odio que truecas en puñal la seda,
odio que apenas te conozco, queda.

Alfonsina Storni

AMANTES


Una flor
no lejos de la noche,
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío.

Alejandra Pizarnik

PARTIR



Saldrás a caminar por las estrellas
con tu cósmica tu corte de querubes
echando a la ribera de una nube
tu pena como al mar una botella.

Recogerás el sueño en las violetas
insólitas violetas de la gramas
y te irás lentamente hacia la cama
envuelta en una estela de cometas.

Mientras que yo, la quilla a barlovento,
te llevo en la bitácora conmigo
y abrigo el corazón con el abrigo
de la mágica rosa de los vientos,
preservando en mis ánforas de tiempo
el tiempo de volver a estar contigo.

Alberto Cortez

15 de febrero de 2008

EL DIA QUE ME QUIERAS

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras...
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

Amado Nervo

LA CANCION DEL CAMINO


Era un camino negro.
La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba
en mi potro salvaje
por la montaña andina.
Los chasquidos alegres de los cascos,
como masticaciones de monstruosas mandíbulas,
destrozaban los vidrios invisibles
de las charcas dormidas.
Tres millones de insectos
formaban una como rabiosa inarmonía.
Súbito, allí, a lo lejos,
por entre aquella mole doliente y pensativa
de la selva,
vi un puñado de luces como en tropel de avispas.
¡La posada! El nervioso
látigo persignó la carne viva
de mi caballo, que rasgó los aires
con un largo relincho de alegría.
Y como si la selva
lo comprendiese todo, se quedó muda y fría.
Y hasta mí llegó, entonces,
una voz clara y fina
de mujer que cantaba. Cantaba. Era su canto
una lenta... muy lenta melodía:
algo como un suspiro que se alarga
y se alarga y se alarga... y no termina.
Entre el hondo silencio de la noche,
y al través del reposo de la montaña, oíanse
los acordes
de aquel canto sencillo de una música íntima,
como si fuesen voces que llegaran
desde la otra vida...
Sofrené mi caballo;
y me puse a escuchar lo que decía:
- Todos llegan de noche,
todos se van de día...
Y formándole dúo,
otra voz femenina
completó así la endecha
con ternura infinita:
- El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la Vida...
Y las dos voces, luego,
a la vez repitieron con amargura rítmica:
- Todos llegan de noche,
todos se van de día...
Entonces, yo bajé de mi caballo
y me acosté en la orilla
de una charca.
Y fijo en ese canto que venía
a través del misterio de la selva,
fui cerrando los ojos al sueño y la fatiga.
Y me dormí arrullado; y, desde entonces,
cuando cruzo las selvas por rutas no sabidas,
jamás busco reposo en las posadas
y duermo al aire libre mi sueño y mi fatiga,
porque recuerdo siempre
aquel canto sencillo de una música íntima:
- Todos llegaron de noche,
todos se van de día.
El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la Vida...

José Santos Chocano

12 de febrero de 2008

LO CIERTO ES ESTA HISTORIA


Lo cierto es esta historia
y este mal sabor del alma.
Esta sed y el pretexto
de tu sexo.

Este sin vivir y este invierno
que ya se hace viejo y calla.

Lo cierto es que te siento
en la almohada
caliente y roja
sangre que me ahoga.

Lo cierto es esta noche
tallada en muro.
Que no se acaba.

Felipe Servulo

9 de febrero de 2008

MI ALMA (PARALELA)



Bajo la curva de la noche, fúnebre,
sobre la arena del desierto, cálida,
se conturba la mente del proscripto,
su pie desnudo, vacilante, marcha;
y allá en la curva fúnebre del cielo
la estrella solitaria;
y allá, sobre las cálidas arenas,
¡el oasis y el agua!

Bajo la curva del dolor, fatídica,
sobre el desierto de mi vida, trágica,
mi acongojada mente se conturba,
mi vacilante pie se despedaza;
y allá, en la curva del dolor, siniestra,
la luz de la esperanza;
y allá sobre el desierto de mi vida,
¡la resonante multitud de mi alma!.

Almafuerte

5 de febrero de 2008

TODO NOS LLEGA TARDE


Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia: la alabanza
cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza
cuando sus siglos en la Historia vierte
el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la gloria, esa ninfa de la suerte,
solo en las sepulturas danza.
Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!

Julio Flores