CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

31 de diciembre de 2007

TUS MANOS



De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
-Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda-.

...Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.

Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.

Josefina Pla

27 de diciembre de 2007

TU ME QUIERES BLANCA


Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

Alfonsina storni

ARREBATAME, AMOR



Arrebátame, amor, águila esquiva,
mátame a desgarrón y a dentellada,
que tengo ya la queja amordazada
y entre tus garras la intención cautiva.

No finjas más, no ocultes la excesiva
hambre de mí que te arde en la mirada.
No gires más la faz desmemoriada
y muerde de una vez la carne viva.

Batir tu vuelo siento impenetrable,
en retirada siempre y al acecho.
Tu sed eterna y ágil desafío.

Pues que eres al olvido invulnerable,
vulnérame ya, amor, deshazme el pecho
y anida en él, demonio y ángel mío.

Antonio Gala

26 de diciembre de 2007

SOY





Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

Jorge Luis Borges

NOCHEBUENA




Son hija y madre, y las dos
con frío, con hambre y pena
piden en la Nochebuena
una limosna por Dios.

¡Hoy los ángeles querrán,
la madre a su hija decía,
que comamos, hija mía
por ser Nochebuena pan!

Y al anuncio de tal fiesta,
abre la madre el regazo
y junto a él, aquel pedazo
de sus entrañas acuesta.

Al pie de un farol sentada,
pide por amor de Dios
y pasa uno y pasan dos....
más ninguno el da nada,

La niña con triste acento:
-Pero, ¿ y nuestro pan?, decía.
-Ya llega!, le respondía
la madre.....y llegaba el viento.

Cuando otra pobre como ella
una limosna le echó,
recordando que perdió
una niña como aquélla.

“¡Ya nuestro pan ha venido!”
gritó la madre extasiada;
más la niña quedó echada
como pájaro sin nido,

Llama y llama ¡desvarío!,
nada hay ya que la despierte,
duerme, está helando, y la muerte
¡solo es un sueño con frío!

La toca, al verla la luz la atrae,
se espanta, vacila y cae
a plomo la niña muerta.

Del suelo de angustia llena
la madre a su hija levanta,
y en tanto, un dichoso canta:
“Esta noche es Nochebuena!”.


Ramón de Campoamor

23 de diciembre de 2007

EL PRIMER BESO




Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

Amado Nervo

Y ES QUE TE SIENTO FUGAZ



Y es que te siento fugaz
entre la risa y la nostalgia.
No hay duda: estás lejos,
aún cuando a veces,
compartamos brisas
siguiendo el dictado
de quién sabe qué pálpito nuevo.

Ayer dejaste olvidado
un ligero perfume en la almohada.
Tal vez, más allá,
encuentra ancladas otras tristezas,
a veces, me asaltan habilísimas,
en la impunidad del silencio.

Felipe Servulo

CANCION DE LA VIDA PROFUNDA



Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!

Porfirio Barba Jacob

22 de diciembre de 2007

SOLEA DEL AMOR IMPOSIBLE

“Quítame el beso de anoche,
déjame, solo, en mi calle,
Y olvídate de mi nombre”
Déjame, solo, en mi calle,
con mi farol y mi arena,
y esta barca de suspiros
con una cruz en la vela.
déjame, solo, en mi calle,
con mi mentira y mi pena,
y esta batalla de gritos
sin capitán ni bandera.
Mi calle ésta, desde anoche,
roja de amor y verbena,
turbia de besos y barro,
tibia de lunas y menta.
Mi casa está, desde anoche,
deslumbradora de estrellas,
con bombos por los rincones
y risas por las esteras.
Y yo te quiero, y te quiero,
y, sin embargo, quisiera
no tener pecho de espuma
ni corazón de candela.
Y yo te quiero y te quiero,
Y, sin embargo, quisiera
que mi amor se hubiera roto
como un vidrio en tu presencia.
Y yo no quiero quererte,
pero tu Amor se me enreda
lo mismo que una serpiente
de yerbaluisa y canela.
¿Para qué viniste anoche,
locura de mi verbena...?
¿Para qué viniste anoche,
si estaba mi agua serena,
y el corazón ya se había
acostumbrado a mi pena...?
¡Que yo no puedo quererte...!
¡Que tengo mi sangre en deuda!
¡Que en mi voz tengo candados
y en mi corazón cancelas!
¡Que mi caricia y mi grito
me obedecen a otras riendas,
y mi garganta y mis ojos
ya son almendro y almendras
en un cuello sin pecado
y en dos ojos de inocencia!
Anda..., vete de mi calle,
olvídate de mi puerta,
y déjame solo, ¡solo!,
con mi mentira y mi pena.
¡Ay, qué amargura sin nombre!
¡Ay, qué amargura sin tregua!,
éstas de quererte tanto,
y mentir de esta manera,
diciéndote con la copla
negra y agria de mi pena:
“Quítame el beso de anoche,
déjame, solo en mi calle,
y olvídate de mi nombre.”

Manuel Benítez Carrasco

HOJEANDO UN LIBRO



De láminas un libro yo hojeaba,
Y en un extremo de la sala, Lola,
Junto a su madre —que también cosía—
Cosía silenciosa.

De pronto ¡Watherloo! dije en voz alta;
¡Aquí Napoleón... éstas sus hordas!...
Lola, acércate, ¡ven! que raras veces
se ven tan bellas cosas.

Dejó la niña su costura al punto,
Juntó a la mía su cabeza blonda,
Y de un beso el calor sintió extenderse
por su frente marmórea.

Y mirando a su madre de soslayo,
Dijo quedo: ¡qué lámina preciosa!
Y añadió cabizbaja y sonriente:
¡Oh! ¡Muéstramelas todas!

Ismael Enrique Arciniegas

21 de diciembre de 2007

RIMA XCIV - PODRA NUBLARSE EL SOL ETERNAMENTE




Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor

Gustavo Adolfo Bécquer

SONATINA


La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!

(Rubén Darío)

19 de diciembre de 2007

LA ORACION DEL PRESO




¡Señor, tenme piedad, aunque a ti clame
sin fe! ¡Perdona que te niegue o riña
y al ara tienda con bochorno infame!

Vuelvo al antiguo altar. ¡No en vano ciña
guirnaldas a un león y desparrame
riego que pueda prosperar tu viña!

¡Líbrame por merced, como te plugo
a Bautista y Apóstol de Judea,
ya que no me suicido ni me fugo!

¡Inclínate al cautivo que flaquea,
y salvo, como Juan por el verdugo,
o como Pedro por el ángel, sea!

¡Habito un orco infecto, y en el manto
resulto cebo a chinche y pulga y piojo;
y afuera el odio me calumnia en tanto!

¿Qué mal obré para tamaño enojo?
¡El honor del poeta es nimbo santo
y la sangre de un vil es fango rojo!

Mi pobre padre cultivó el desierto.
¡Era un hombre de bien, un sabio artista,
y de vergüenza y de pesar ha muerto!

¡Oh mis querubes! ¡Con turbada vista
columbro ahora el celestial e incierto
grupo que aguarda y a quien todo artista!

¡Y oigo un sordo piar de nido en rama
un bullir de polluelos ante azores;
y el soplado tizón encumbra llama!

¡Dios de Israel, acude a mis amores;
y rían a manera de la grama,
que hasta batida por los pies da flores!

Salvador Diaz Miron

MISTERIO



Si tu alma pura es un broche
que para abrirse a la vida
quiere la calma adormecida
de las sombras de la noche;

Si buscas como un abrigo
lo más tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren sólo conmigo;

Y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;

Yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.

Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.

Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.

Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.

Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.

Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana.

Yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...

Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.

Manuel Acuña

17 de diciembre de 2007

VIEJA LLAVE



Esta llave cincelada
que en un tiempo fue, colgada,
(del estrado a la cancela,
de la despensa al granero)
del llavero
de la abuela,
y en continuo repicar
inundaba de rumores
los vetustos corredores;
esta llave cincelada,
si no cierra ni abre nada,
¿para qué la he de guardar?

Ya no existe el gran ropero,
la gran arca se vendió;
sólo en un baúl de cuero,
desprendida del llavero,
esta llave se quedó.

Herrumbrosa, orinecida,
como el metal de mi vida,
como el hierro de mi fe,
como mi querer de acero,
esta llave sin llavero
¡nada es ya de lo que fue!

Me parece un amuleto
sin virtud y sin respeto;
nada abre, no resuena...
¡me parece un alma en pena!

Pobre llave sin fortuna
...y sin dientes, como una
vieja boca; si en mi hogar
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para qué te he de guardar?

Sin embargo, tú sabías
de las glorias de otros días:
del mantón de seda fina
que nos trajo de la China
la gallarda, la ligera
española nao fiera.

Tú sabías de tibores
donde pájaros y flores
confundían sus colores;
tú, de lacas, de marfiles
y de perfumes sutiles
de otros tiempos; tu cautela
conservaba la canela,
el cacao, la vainilla,
la suave mantequilla,
los grandes quesos frescales
y la miel de los panales,
tentación del paladar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para que te he de guardar?

Tu torcida arquitectura
es la misma del portal
de mi antigua casa obscura
(que en un día de premura
fue preciso vender mal).

Es la misma de la ufana
y luminosa ventana
donde Inés, mi prima, y yo
nos dijimos tantas cosas
en las tardes misteriosas
del buen tiempo que pasó...

Me recuerdas mi morada,
me retratas mi solar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para que te he de guardar?

Amado Nervo

16 de diciembre de 2007

EPITAFIO




De estatura mediana,
con una voz ni delgada ni gruesa,
hijo mayor de un profesor primario
y de una modista de trastienda;
flaco de nacimiento
aunque devoto de la buena mesa;
de mejillas escuálidas
y de más bien abundantes orejas;
con un rostro cuadrado
en que los ojos se abren apenas
y una nariz de boxeador mulato
baja la boca de ídolo azteca,
-todo esto bañado
por una luz entre irónica y pérfida-
ni muy listo ni tonto de remate,
fui lo que fui: una mezcla
de vinagre y de aceite de comer.
¡Un embutido de ángel y bestia!

Nicanor Parra

14 de diciembre de 2007

AUTOBIOGRAFIA




¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones,
allí están mis poemas: yo, como las naciones
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.

Allá en mis años mozos adiviné del Arte
la armonía y el ritmo, caros al musageta,
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.
-¿Y después?

-He sufrido, como todos, y he amado.

¿Mucho?

-Lo suficiente para ser perdonado...

Amado Nervo

12 de diciembre de 2007

ALGUIEN TE AMA LEJOS



Alguien te ama lejos
y le ocurre que cada sueño
es un verano.

Y es que te citas y lates
bajo mi piel.

Quizás, alguna vez,
te venza el cansancio
y ya no vengas.

Lo cierto es que la noche
pasó sin más.

Que el abismo se contuvo
sobre las seis y cuarto.

Que a pesar de no saberte
distinguí a lo lejos,
un riachuelo de inocencia,
una adelfa florecida
y un aire nuevo
que me dejó los labios
casi adolescentes.

Felipe Servulo

9 de diciembre de 2007

ROMANCE DEL ACABOSE




Aquello puede acabarse
del modo que te convenga.
Yo te prometo colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tú misma lo sepas.
Yo estoy dispuesto a cargar
con la pólvora más negra
un cachorrillo de hierro
y que las sienes me muerda.
Esto puede acabar
del modo que te convenga,
esta tarde o esta noche
o después cuando amanezca.
Sólo con que tú me lo digas:
“Se acabó la historia aquella.”
pero lo que no podrás
es que acabemos a medias.
Que en amistad trastoquemos
lo que fue pasión deshecha;
que tú vayas por la calle
y yo por la calle venga,
y nos digamos ¡”Adiós”!
como amigos que se encuentran.
Que tu digas: “Aquel tiempo!”
que yo diga:¡”Aquella fecha!”
y que los besos sorbidos
boca a boca, vena a vena,
no se nos pongan de pie
como claras bayonetas
y nos claven por cobardes
sobre la cruz de las piedras.
Amantes fuimos los dos
que amarse no da vergüenza;
comimos del mismo pan;
pisamos la misma hierba,
y las paredes calladas
huelen al que oler sepa,
a vida que hicimos juntos
llevando la misma senda.
Amantes fuimos los dos:
el fuego tú; yo la yesca;
tu, la soga; yo el caldero;
tú, el aire, yo la veleta.
Años enteros unidos
en una misma cadena
de sobresaltos y besos,
de conciencia y de inconciencia,
de quietud y de inquietud.
¡Ay, Dios que si lo barruntan!
¡Ay, Dios que si lo comentan!
¡Ay, que si me ven contigo!
¡Ay, que si contigo me ven!
Besos entre sobresaltos;
entre amarguras promesas.
Saber engañar a todos
y tener la verdad nuestra;
de estar por dentro casados
en una alianza secreta.
Casado estuve contigo;
arras fueron las estrellas,
y en el libro de la vida
quedó por siempre una fecha;
que era junio y era un día
que olía a cosas eternas.
Amantes fuimos los dos,
que amarse no da vergüenza.
Amantes fuimos de llanto,
amantes de complacencia,
amantes porque te di
todo lo que tu me dieras.
La vida tuya fue mía:
la mía, tú te la llevas.
Hasta ayer. Ayer me dices
claramente, por las buenas,
que nos conviene acabar
con aquella historia. ¡Aquella!
Eso no nace de nuevo
no la improvisas a ciegas;
eso, razón razonada,
“agua que viene de alberca
no se detiene ante nada”.
¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Y estoy dispuesto a colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tu misma lo sepas.
¿Tú que harás? ¿Entrarte a monja?
¿Beber solimán a ciegas?
¿Ponerte un ascua en las sienes
para que derritan su cera?
Sólo así podrá acabar
pasión que fue tan entera.
¿pues otra cosa creías?
¿Pues otra cosa alimentas?
¿Qué amor se puede cambiar
en amistad sin ojeras?
¿Qué amantes y amigos son
como dos varas gemelas,
y que se corta la una
cuando la otra se seca?
¿Qué quien te tuvo en sus brazos
y saboreo tu lengua,
y hundió contigo la almohada
junto a tu misma cabeza
puede ser el amigo ese
que, cuando se le tropieza,
se le dice: “Adiós, amigo!”,
y se sigue la vereda?
Pero ¿quién te ha trastornado
quién te ha dado esa ceguera?
El amor cuando es amor,
sólo tiene dos certezas:
el odio, verdad de sangre;
la muerte, certeza negra.
¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Pero ¿amigos? ¡Nunca! ¡Nunca!
Te estoy deseando muerta,
me estoy deseando muerto,
pero sin amor a medias.
Si tú quieres, llámame;
yo te llamaré si esperas.
¡Hazme el nudo corredizo;
eche yo el nudo a tu cuerpo,
y acabemos esta vida
que por tanto amor te pesa!

José Antonio Ochaita

8 de diciembre de 2007

ULTIMO CANTO



Al través de las brumas y la nieve,
En el rostro el dolor, la vista inquieta,
El pie cansado vacilante mueve...
Allá va, ¿no lo veis? ¡Pobre poeta!

Sobre el herido corazón coloca
La lira melodiosa, y macilento,
Sentado al pie de la desnuda roca,
Así prorrumpe en desmayado acento:

Ved las hojas marchitas, ved el ave,
Envueltas van en raudo torbellino...
¿A dónde van? ¿A dónde voy? ¡Quién sabe!
¡Yo también soy como ellas peregrino!

Huyendo voy del tráfago mundano
Con el rostro en las manos escondido.
Mudable y débil corazón humano,
¡Hasta dónde, hasta dónde has descendido!

Ya a Dios los necios hombres escarnecen
Y alzan al dios del interés loores.
¡Sus almas sin amor ni fe parecen
Nidos sin aves, fuentes sin rumores!

Jamás la ola aunque con furia luche
Conmoverá las rocas; ¡e imposible
Que el triste grito del alción se escuche
De la tormenta entre el fragor terrible!

La Poesía morirá en la lucha,
El destino cruel sus horas cuenta;
¡Poetas! vuestros cantos nadie escucha,
¡Sois el alción de la social tormenta!

Yo vi en mis sueños de poeta un día
De laurel en mi lira una corona;
Hoy triste siento que en la frente mía
Un gajo de ciprés se desmorona.

Yo quise alzar el vuelo a las ignotas
Fuentes de eterna luz, ¡al infinito!
Y hoy en el mundo, con las alas rotas,
Cual ave sola en su prisión me agito.

Como una clara estrella vi en mi anhelo
Sonreír en mi cielo la esperanza.
Hoy cubren negras sombras ese cielo,
¡Hoy la luz a mi alma ya no alcanza!

Huyendo el mundo y su incesante ruido,
Vengo a esta soledad sombría y honda.
Ella por siempre mi último gemido,
¡Mi último canto y mi vergüenza esconda!

Tu muerte ¡Oh Poesía! el siglo canta,
Y del campo inmortal de las ideas
El himno del trabajo se levanta
Y dice al porvenir: ¡Bendito seas!

¡La indiferencia con su ceño grave
Me relega al silencio y al olvido!
Pobre y triste poeta ¡Soy un ave
Que al fin se muere sin hallar un nido!»

Dijo, y rompió la lira melodiosa
Do entonaba sus cantos y querellas...
Y al cielo levantó la faz llorosa,
¡Y en el cielo brotaban las estrellas!

Ismael Enrique Arciniegas

7 de diciembre de 2007

ASI ME VERAS



Toma en tus manos una vela,
mira su llama quemando la cera
y observa su mecha impiadosa
peleando su vida con aire triunfal
y resiste ser llevada a los templos
donde ya no se puede quemar.
Toma en tus manos una piedra,
mira esa roca como pudo caer
vencida de aguas, de aires
un día fue parte del cerro
que fue más grande que el mar.
Extiende tus manos al cielo
y atrapa en ellas un manojo de viento
y mira, como un aliento
no se deja atrapar.
Y pon en tus manos las nubes
y observa como se van,
empujadas por el mismo viento
que quisiste en tus manos tomar,
Pon en tus manos un trozo del sol,
y mira como alumbra los dedos
y se queda buscando sin peros
un horizonte por donde escapar.
Toma en tus manos un puñado de tierra,
y mire como se escurre
entre dedos abiertos que dejan secar
la semilla que un día creía
en árbol erguido poderse formar.
Toma en tus manos una gota de agua
mira como moja y se evapora en tu piel,
que un día fue río y corrió a la mar
y hoy es desierto de arena y de sal.
Ponte de frente al árbol plantado,
que en tierra profunda resiste
embates del tiempo y la tempestad
y escucha el arrullo que el aire
canta en sus hojas, al hacerlas temblar.
Si puedes hacerlo, entonces verás
un exacto reflejo de mi realidad,
y me verás tal cual, completo,
sin que nada se pueda escapar.
La vela y su llama es mi flama
que ya no quema ni alumbra
ni encuentra templos de paz.
La piedra es mi alma que un día fue parte
de enorme montaña que al valle miraba
y ahora no es nada, mas que escombro perdido
y ni un solo latido quedó sin golpear.
El viento es el riesgo, que tomé engañado,
las nubes son sueños, aquellos dorados
que se fueron, empujados
por la verdad de los vientos.
Y el trozo de sol es mi luz, mi mirada
que se esconde cansada y lejana
dejando destellos que ya son ocasos.
La tierra es mi idea, del mundo, de todo acaso,
ha sido muy fértil, tal vez algún día
mas ahora es estéril y no tiene cabida,
y sin remedio secó la semilla
que había plantado con tanta emoción.
El agua es de mí, las ganas, la voluntad,
se escurre tan fácil que inspira piedad
y moja tan poco, que no puede más
saciar el deseo de vivir de verdad.
Y el árbol, yo soy, entero y frondoso
que clavado en la tierra pudo aguantar
embates del tiempo eterno y furioso
y sequías de agua y de soledad,
pero tan débil que tiembla miedoso
cuando la brisa lo toca, con su suavidad

Miguel Angel Turco

6 de diciembre de 2007

HOY TU DESNUDEZ




Hoy tu desnudez
buscará mi calor incierto
y quizás vuelvas al inicio de tu verbo.
Más no me encontrarás.
¿Para qué ser memoria
de otra memoria?

Todo sin ti es distinto.
Y las acacias han florecido
y apenas me he dado cuenta.

Felipe Servulo

4 de diciembre de 2007

LOS PARIAS





Allá en el claro, cerca del monte
bajo una higuera como un dosel,
hubo una choza donde habitaba
una familia que ya no es.
El padre, muerto; la madre, muerta;
los cuatro niños muertos también:
él, de fatiga; ella de angustia;
¡ellos de frío, de hambre y de sed!

Ha mucho tiempo que fui al bohío
y me parece que ha sido ayer.
¡Desventurados! Allí sufrían
ansia sin tregua, tortura cruel.
Y en vano alzando los turbios ojos,
te preguntaban, Señor, ¿por qué?
¡Y recurrían a tu alta gracia
dispensadora de todo bien!

¡Oh Dios! Las gentes sencillas rinden
culto a tu nombre y a tu poder:
a ti demandan favores lo pobres,
a ti los tristes piden merced;
mas como el ruego resulta inútil
pienso que un día -pronto tal vez-
no habrá miserias que se arrodillen,
¡no habrá dolores que tengan fe!

Rota la brida, tenaz la fusta,
libre el espacio ¿qué hará el corcel?
La inopia vive sin un halago,
sin un consuelo, sin un placer.
¡Sobre los fangos y los abrojos
en que revuelca su desnudez,
cría querubes para el presidio
y serafines para el burdel!

El proletario levanta el muro,
practica el túnel, mueve el taller;
cultiva el campo, calienta el horno,
paga el tributo, carga el broquel;
y en la batalla sangrienta y grande,
blandiendo el hierro por patria o rey,
enseña al prócer con noble orgullo
¡cómo se cumple con el deber!

Mas, ¡ay! ¿qué logra con su heroísmo?
¿Cuál es el premio, cuál su laurel?
El desdichado recoge ortigas
y apura el cáliz hasta la hez.
Leproso, mustio, deforme, airado
soporta apenas la dura ley,
y cuando pasa sin ver al cielo
¡la tierra tiembla bajo sus pies!

Salvador Díaz Mirón

3 de diciembre de 2007

CANCION DE LA BUSQUEDA





Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."

Jose Angel Buesa

1 de diciembre de 2007

CORAZON MALDITO




Corazón, contesta,
por qué palpitas, sí, por qué palpitas,
como una campana
que se encabrita, sí, que se encabrita.
¿Por qué palpitas?

¿No ves que la noche
la paso en vela, sí, la paso en vela,
como en mar violento
la carabela, sí, la carabela?
Tú me desvelas.

¿Cuál es mi pecado
pa' maltratarme, sí, pa' maltratarme,
como el prisionero
por los gendarmes, sí, por los gendarmes?
Quieres matarme.

Pero a ti te ocultan
duras paredes, sí, duras paredes
y mi sangre oprimes
entre tus redes, sí, entre tus redes.
¿Por que no cedes?

Corazón maldito
sin miramiento, sí, sin miramiento,
ciego, sordo, mudo
de nacimiento, sí, de nacimiento.
Me das tormento.

Violeta Parra