CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

31 de mayo de 2007

TUS CINCO TORITOS NEGROS



Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo, ..
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leño.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las prendió fuego.
Barreras puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
y puse barreras duras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo, torito negro.
¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!
Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
tus ojos me perseguían
como dos toritos negros.
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
...tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
y luego junté mi boca'
contra la cal de mi encierro;
...tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
y luego mordí mi almohada
para contener mi beso;
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
y luego arañé mi carne,
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo te estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante mis ojos
igual que un torito negro.
¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!
El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos en mis venas,
al galope por mi cuerpo;
y yo, jinete sin rienda,
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca,
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.
Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, ¡mentira infinita!,
gritando que no te quiero.
Salí a por aire al balcón...
me tropecé con el cielo;
aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro,
en que me hirieron al paso
tus cinco toritos negros.
Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.
Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.
Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos,
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
con un mar de amor dormido;
" ¡que te quiero!, ¡que te quiero!"
y se me escapó la voz..,;
grité: " ¡Te quiero!, ¡te quiero!"
Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro,
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no arañé mi carne
de tentación y deseo.
Pegué mi boca a tu boca,
junté mi beso a tu beso,
y otra vez aquel dolor
de cintura, brazo y huesos...
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.
¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!
Aunque no puedo quererte,
¡te quiero!.
Aunque no debo quererte,
¡te quiero!
Aunque en cunas de tu casa
se está meciendo un almendro
¡te quiero!
Aunque yo tengo dos lirios
que se me cuelgan del cuello,
¡te quiero!
y aunque ponga mis barreras
de zarzamora y sarmiento
para que nunca la salten
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
¡Te quise siempre! ¡Te quise!
¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Manuel Benítez Carrasco

28 de mayo de 2007

FLORES NEGRAS


Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
entre polvos de ensueños y de ilusiones
yacen entumecidas mis flores negras.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos, auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos;
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces, cual los helechos
en las húmedas grietas de las montañas.

Ellas son tus desdenes y tus reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son, por eso, tan negras como las noches
de los gélidos polos, mis flores negras.

Guarda, pues, este triste, débil manojo,
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
guárdalo, nada temas, es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.

Julio Flores

25 de mayo de 2007

PORQUE ME QUITE DEL VICIO




No es por hacerles desaigre...
Es que ya no soy del vicio...
Astedes mi lo perdonen,
pero es qui hace más de cinco
años que no tomo copas,
onqui ande con los amigos...

¿Que si no me cuadran?...¡Harto!
Pa' qué he di hacerme el santito;
si he sido rete borracho...
¡Como pocos lo haigan sido!

Perora sí ya no tomo,
¡manque me lleven lo pingos!
Dende antes que me casara
encomencé con el vicio,
y luego ya de casado,
también le tupí macizo...
¡Pobrecita de mi vieja!
¡Sempre tan guena conmigo...!
¡Por más que l'ice sofrir
nunca me perdió el cariño!

Era una santa la pobre
y yo con ella un endino.
Nomás porque no sofriera
llegué a quitarme del vicio,
pero poco duró el gusto...
la de malas se nos vino
y una noche redepente,
quedó com'un pajarito...

Dicen que jué el corazón...
¡Yo no sé lo que haiga sido!,
pero sento en la concencia
que jue mi vicio cochino
el qu'hizo que nos dejara
solitos a mí y a m'hijo,
un chilpayate de ocho años
que quedaba guerfanito
a l'edá en que hace más falta
¡la madre con su cariño!

Me sentí disesperado
de verme solo con m'hijo...
¡Pobrecita criatura!
¡Mal cuidado, mal vestido!
sempre solo... ricordando
al ángel que 'bía perdido...
Antonces pa' no pensar
golgí a darle al vicio
porque poniéndome chuco
me jallaba más tranquilo,
y cuando ya estaba briago
y casi juera de juicio
¡parece que mi dejunta
'taba allí junto conmigo!

Al salir del trabajo,
m'iba yo con los amigos.
Y aluego ya a medios chiles
mercaba yo harto refino,
y regresaba a mi casa
'onde mi aguardaba m'hijo.
Y allí...¡duro!, trago y trago
hasta ponerme bien pítimo...

¡Y aistaba la tarugada!
Ya indiantes les he dicho
luegito vía a mi vieja
que llegaba a hablar conmigo
y encomenzaba a decirme
cosas de mucho cariño,
y yo a contestar con ella
como si juera dialtiro,
cierto lo questaba viendo,
y en tan mientras que m'hijo
si abrazaba a mí asustado
diciéndome el pobre niño:

¿'Onde está mi mamacita?...
Dime 'onde está papacito...
¿Es verdá que ti está hablando?
¿Cómo yo no la deviso?...
"Pos qué no la ve, tarugo...
¡Vaya que li haga cariños!"

Y el pobrecito lloraba
y pelaba sus ojitos
buscando ritiasustado
a aquella a quien tanto quiso.
Una nochi, al rigresar
d'estarle dando al oficio,
llego y al abrir la puerta
¡Ay Jesús lo que deviso!

Hecho bolas sobre el suelo
'taba tirado m'hijo
risa y risa como un loco,
y pegando chicos gritos...
"¿Qué ti pasa?...¿Qué sucede?...

¿Ti has guelto loco dialtiro?"...
Pero entonces, en la mesa
vide el frasco del refino
que yo 'bía dejado lleno,
interamente vacío...
luego, luego me dí cuenta
y me puse retemuino;

¡Qui has hecho, izcuintle malvado!
¡Ya bebites el refino!...
¡Pa' qui aprendas a ser gueno
voy a romperte el hocico!...

Y aluego con harto susto...
que l'hizo volver al juicio,
y con una voz de angustia
que no he di olvidar, me dijo:

"No me puegues papacito,
jué por ver a mi mamita
como cuando habla contigo!
¡Jué pa' que ella me besara
y m'hiciera hartos cariños!...

........................................

Desde entonces ya no tomo,
onqui ande con los amigos
No es por hacerles desaigre,
pero ya no soy del vicio...
Y cuando quiero rajarme
porque sento el gusanito
de tomarme una copa,
nomás mi acuerdo de m'hijo
y entonces si,¡ ya no tomo
manque me lleven los pingos!...

Carlos Rivas Larrauri

23 de mayo de 2007

CANCION DE LA MUJER ASTUTA


Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.
Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.
Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.
Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.

Alfonsina Storni

16 de mayo de 2007

CONDENA



A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

Ni concibe mi mente mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia,

porque, en este proceso a largo plazo
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo.

Antonio Gala

11 de mayo de 2007

CUENTO DEL MAR



Voy a beberme el mar.
Ya tengo listo mi velero fantasma.
No le he trazado rumbos a mi ausencia,
no he fatigado el mapa
localizando zonas que no bailen
al macabro jazz-band de las borrascas.
Viajaré simplemente,
sin triangular alturas ni distancias,
llevando en el timón a Don Quijote
y la rosa del viento en la solapa.
Acompáñame tu dulce chiquilla,
partiremos al alba,
cuando los alcatraces no dibujen
su ecuación de naufragios sobre el agua.
Arranca tus raíces de la tierra.
abre tu citolegia de nostalgias
y vamos a bebernos el océano
en la copa de luz de las montañas;
visitaremos todos los países,
los puertos y las radas.
Te compraré crepúsculos en Chipre.
Un elefante niño al sur del África.
Un gajo de luceros en Corea.
Dos elásticos tigres de Bengala.
El dolor milenario de un camello.
Y la fatiga estéril del Sahara.
En el Japón te mostraré los biombos
con figuras bilingües y enigmáticas.
En Pekín buscamos la muñeca
de blanco corazón de porcelana.
Haremos de bambú balsas de ensueño
para subir un río de esperanzas.
Y te daré un sombrero en forma de hongo
y unas chinelas para tu pijama.
Pasaremos a Escocia y a Noruega.
Después navegaremos a Finlandia
para buscar la estirpe de un vikingo
de ojos azules y de luenga barba,
que se murió coleccionando fiordos
en el álbum con sal de su nostalgia,
mientras su vieja pipa marinera
quemaba archivos íntimos del alma.
Y siempre sin control, siempre viajando,
iremos al país de Sherezada
y allí te contaré Mil y una Noches
de reyes y de esclavas,
de romances y torres de marfil
de bazares, de alfombras y de flautas,
de madrigales y de surtidores
de pie como las cobras encantadas.
Subiremos al Rhin buscando a Wagner
y su Tetralogía desvelada.
Cazaremos los cisnes hiperbóreos
que abanican la muerte con sus alas.
Te diré que la música es un vino
que cuando estamos tristes se derrama.
Y que el silencio es un santuario celta
donde reposa el corazón de un arpa.
Y fatigando el mar, ¡Qué importa el tiempo!
visitaremos la ciudad sagrada,
la tierra de la cruz y del olivo,
la que escuchó el Sermón de la Montaña,
la patria de Jesús y de María
la que arrulló las bienaventuranzas,
la tierra donde un tosco carpintero
pulió a garlopa el globo de una lágrima.
En otro amanecer arribaremos
a las Islas Canarias.
te compraré su nombre que es un trino
diluido en el agua.
Para pescar luceros en el fondo
te bastará la red de tus pestañas,
y aprenderás que a Dios también se llega
por el verde camino de las algas.
Si sueñas ver a Nápoles,
cruzaremos por mármoles de Italia,
y te daré una góndola en Venencia
y en Asís la humildad de una campana.
Compraremos al Dante sus Laureles
y a Benvenuto su luciente daga,
para tu muñequero de ilusiones
y tu azul inquietud de extravagancias.
Buscaremos ositos en Siberia
rutas de manzanilla al sur de España,
la sombra adolescente de Platero,
la capa de Unamuno en Salamanca,
la fatiga inmortal de Rocinante.
El dardo del Amor Clavado en Ávila,
la Morena ascendencia de “El Cachorro”
y el llanto de Boabdil sobre Granada.
Y cuando tengas sueño, mi pequeña,
cuando te canses de medir distancias
y no quieras viajar a la deriva
con la estrella polar a las espaldas,
te arrullaré, mientras mi vieja pipa,
que compré a un bucanero en Samarcanda,
quema frente a la noche de tus ojos
mi viejo contrabando de nostalgias.

Jorge Robledo Ortiz

3 de mayo de 2007

LA CASADA INFIEL





Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Federico García Lorca

1 de mayo de 2007

POEMA DEL SECRETO




Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así como al azar...
puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.

Ya vez: Tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar...
porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...
¡no te puedo olvidar!

Jose Angel Buesa