CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de septiembre de 2006

ESTOS VERSOS LECTOR MIO


Estos versos, lector mío,
que a tu deleite consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son malos,
ni disputártelos quiero,
ni quiero recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:
pues no debes, bien mirado,
estimar lo que yo nunca
juzgué que fuera a tus manos.
En tu libertad te pongo,
si quisieres censurarlos;
pues de que, al cabo, te estás
en ella, estoy muy al cabo.

No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,
que, cuanto más inhumano
me los mordieres, entonces
me quedas más obligado,
pues le debes a mi musa
el más sazonado plato
(que es el murmurar), según
un adagio cortesano.
Y siempre te sirvo, pues,
o te agrado, o no te agrado:
si te agrado, te diviertes;
murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirte
por disculpa, que no ha dado
lugar para corregirlos
la priesa de los traslados;
que van de diversas letras,
y que algunos, de muchachos,
matan de suerte el sentido
que es cadáver el vocablo;
y que, cuando los he hecho,
ha sido en el corto espacio
que ferian al ocio las
precisiones de mi estado;
que tengo poca salud
y continuos embarazos,
tales, que aun diciendo esto,
llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,
pues pensarás que me jacto
de que quizá fueran buenos
a haberlos hecho despacio;
y no quiero que tal creas,
sino sólo que es el darlos
a la luz, tan sólo por
obedecer un mandato.

Esto es, si gustas creerlo,
que sobre eso no me mato,
pues al cabo harás lo que
se te pusiere en los cascos.
Y adiós, que esto no es más de
darte la muestra del paño:
si no te agrada la pieza,
no desenvuelvas el fardo.

Sor Juana Ines de la Cruz

29 de septiembre de 2006

NOCTURNO


Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,

una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente,
contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura

caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.

Y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,

sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una,
y eran una,

y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga...

Esta noche,
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de tí misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,

por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,

mudo y solo
por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,

a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas...
Sentí frío... era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas,
era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,

era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,

iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra, esbelta y ágil,

fina y lánguida,
como en esa noche tibia de muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y música de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella...
¡Oh, las sombras entrelazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristeza y lágrimas!


José Asunción Silva

28 de septiembre de 2006

LOS MOTIVOS DEL LOBO




El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel, ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertos y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: "¡Paz, hermano
lobo!" El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: "!Está bien, hermano Francisco!"
"¡Cómo! exclamó el santo. ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangare que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?"

Y el gran lobo, humilde: "¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre, que iban a cazar!"

Francisco responde: "En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!"

"Esta bien, hermano Francisco de AsIs."
"Ante el Señor, que toda ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata."
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.

Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, bajo la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: "He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriente.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios." "¡Así sea!",
Contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió la testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.

Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.

Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto en los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dió treguas a su furor jamás,
como si estuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos los buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.
Se fué a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.

"En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote dijo, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho."

Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:

"Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.

Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fué como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad."

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: "Padre nuestro, que estás en los cielos..."

Ruben Dario.

26 de septiembre de 2006

CORONAME DE ROSAS





Coróname de rosas,
de verdad coróname
De rosas
Rosas que al quemar
Sobre una frente queman
Demasiado Rápido!
Coróname de rosas
Y con el volátil follaje,
Que así sea.

Fernando Pessoa

23 de septiembre de 2006

DIOS

Espíritu de fuego sagrado y rutilante,
tu voz la voz domina de ronca tempestad,
y soles mil coronan tu frente de gigante,
y brilla en tu mirada excelsa majestad.

Señor, tú eras antes que todo lo creado,
antes que fuera el tiempo, Señor ya eras tú,
el ser de gloria lleno tú solo te lo has dado,
tú solo te formaste de tu espléndida luz.

Señor, eras más grande que todo lo que existe;
la cima de los astros es sima para ti;
Señor, tú de la nada al orbe suspendiste,
y pléyades brillantes colgaste en el zafir.

Es tu dosel de estrellas, de luz es tu palacio,
irradia luz de gloria tu espíritu inmortal;
eres quien desplegaste el viento en el espacio,
eres quien extendiste las aguas en el mar.

Tú eres, Dios divino, el Dios omnipotente;
los cielos y los mundos brotaron a tu voz;
un límite le puso tu voz al mar ingente,
y al hombre, dios pequeño, tu soplo le animó.

Retiemblan, si te irritas, los ejes de los cielos;
el rayo se estremece, el sol cubre tu faz;
humillan las montañas su frente hasta los suelos;
las fieras dan rugidos, solloza el huracán.

A tu voz imperiosa los astros se oscurecen,
se rasga de los cielos el diáfano zafir;
los mundos se desquician, los mares desaparecen,
el ser vuelve a la nada, si lo mandas así.

Tú eres luz sublime del cielo y de la tierra,
eres principio eterno de sempiterna luz;
eres la vida sola de cuanto el orbe encierra;
ante ti todo es nada, porque eres todo tú.

Los pueblos y los reyes desfilan presurosos,
y tiempos sobre tiempos se hacinan a tu pie;
y en nada convertidos se pierden, silenciosos,
en ese mar de sombra, calado del no ser.

Eres tú sólo eterno, omniscio; impenetrable,
son nube pasajera los siglos ante ti;
ninguno te conoce, que tú eres impalpable,
pero doquiera se oye tu nombre bendecir.

Señor, eres el Éter que Zenón adoraba,
el "TODO" que Pitágoras sumiso veneró,
el Ser indestructible que Platón deificaba,
la Universal justicia que soñó Cicerón.

Tú eres el Jehová del pueblo de Judea,
y del remoto chino tú eres de Xantí;
eres el sol brillante que a Cartago recrea,
eres del persa el fuego, en él adora a ti.

Eres el Dios que adoran los astros y las nubes,
un himno te levantan los vientos y la mar:
la flor te da su aroma, su canto los querubes,
las aves te consagran su trino matinal.

Tú diste a la oropéndola su traje de colores,
capullo a los gusanos, a las abejas miel,
a las arañas tela y púrpura a las flores,
cubil a los leones y las aguas al pez.

Del arca de Noé la brújula tú fuiste,
y tu brazo detuvo el brazo de Abraham;
libraste a Lot del fuego que en Sodoma encendiste,
de la ballena libre salió por ti Jonás.

A Moisés de las aguas del Nilo tú salvaste,
y le hiciste de un pueblo manumiso feliz;
tu Código en las tablas por dárselo grabaste:
tus rayos coronaron de luz el Sinaí.

Eres quien dio la ciencia infusa a los profetas
que el velo del futuro lograron levantar;
por ti ellos inspirados, sublimes y poetas,
al orbe predijeron grandiosa una verdad.

Hiciste al Nazareno el Sabio entre los sabios,
por ti brilló en su frente de redención la luz;
y aunque con vil brebaje humedeció sus labios
el héroe del martirio, el ángel de la Cruz,

oró por sus verdugos con santidad extrema,
y en hórrido tormento morir supo cual Dios;
por eso ante la Cruz, de oprobio un tiempo,
humilde y de rodillas la humanidad cayó

A ti Dios de los hombres; cuya eternal historia
escrita con tu sangre en el cadalso fue:
sublime ajusticiado. monarca de la gloria,
que fuiste de los hombres la víctima también;

a ti, raudal de soles que inmensos reverberan
doquier multiplicando sus rayos mil y mil;
a ti, la eterna dicha que los hombres esperan,
a ti del alma eterna, eterno porvenir;

a ti, Señor, te ruego con ánima gastada,
que de mi tumba oscura la puerta se abra ya;
arrastro una existencia, maldita, desgraciada,
mis horas son más negras que el alma de Satán.

Pobre mártir, oscuro, coplero estrafalario,
un cáliz de amargura también apuro yo;
y, como Cristo el justo, también hallé un Calvario,
y sufro aquí tormentos que nunca El conoció.

Es un presente horrible la vida que me diste,
la vida tan amarga que yo no te pedí:
Señor, ya no soporto la vida mustia y triste;
devuélveme a la nada... o llévame hacia ti.

Antonio Plaza

22 de septiembre de 2006

SI DIOS FUERA UNA MUJER



¿Y si Dios fuera una mujer?

Juan Gelman


¿Y si dios fuera mujer?
Pregunta Juan sin inmutarse.

Vaya vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina
desnudez
para besar sus pies no de bronce
su pubis no de piedra
sus pechos no de mármol
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos sida o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos
sino que nos aguardaría en el zaguán del
infierno
con sus brazos no cerrados
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería
qué venturosa espléndida imposible
prodigiosa blasfemia.


Mario Benedetti

21 de septiembre de 2006

EL FALSO AMOR






Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado,
la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
Un amor que se esconde, porque teme al futuro,
puede ser un amor, pero no es el más puro.

Un amor que se escapa de su propio sentido,
es la rama del árbol sin la gloria del nido.
Un amor que razona, que contrata su ensueño,
inevitablemente será un amor pequeño.

Un amor que me exige preceptos y rituales,
con dudas aritméticas y páginas legales...
Ese no es el amor que soñaba ofrecerte

para toda la vida, sobre toda la muerte.
Si tu amor es tan pobre, recuérdame perdido:
cuando es poco el amor, ¡Vale más el olvido!


Jose Angel Buesa

20 de septiembre de 2006

MISTICA




Si en tus jardines, cuando yo muera,
cuando yo muera, brota una flor;
si en un celaje ves un lucero,
ves un lucero que nadie vio;
y llega una ave que te murmura,
que te murmura con dulce voz,
abriendo el pico sobre tus labios,
lo que en un tiempo te dije yo:
aquel celaje y el ave aquella,
y aquel lucero y aquella flor
serán mi vida, que ha transformado,
que ha transformado la ley de Dios.

Serán mis fibras con otro aspecto,
ala y corola y ascua y vapor;
mis pensamientos transfigurados,
perfume y éter y arrullo y sol.
Soy un cadáver ¿cuándo me entierran?
Soy un viajero ¿cuándo me voy?
Soy una larva que se transforma
¿Cuándo se cumple la ley de Dios
y soy entonces, mi blanca niña,
celaje y ave, lucero y flor?

Salvador Diaz Miron

19 de septiembre de 2006

YO VOY SOÑANDO CAMINOS



Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...

Adónde el camino irá?
Yo voy soñando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.

En el corazón tenía
la espina de una pasión:
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."

todo el campo un momento
se queda mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

a tarde más se oscurece,
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Y cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada
¡quién te pudiera sentir
en el corazón clavada!

Antonio Machado

15 de septiembre de 2006

EL DULCE MILAGRO


¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡Oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto,
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
-¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende,
que no nacen rosas más que en los rosales!
¡Y que no hay más trigo que el de los trigales!

Que requiere líneas y color y forma
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: -voy con la dulzura,
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: -Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia,
de un inmenso ramo de rosas de Francia!

Juana de Ibarbourou

14 de septiembre de 2006

CANCION DE OTOÑO EN PRIMAVERA



Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón

poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!

¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!

(Rubén Darío)

13 de septiembre de 2006

VIENTO


Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.

Octavio Paz

10 de septiembre de 2006

RELIQUIA


En la calle silenciosa resonaron mis pisadas,
Al llegar frente a la reja sentí abrirse la ventana…
Que me dijo? Lo se acaso? Hablábamos con el alma,
como era la ultima cita la despedida fue larga.

Los besos y los sollozos completaron las palabras
Que de la boca salían en frases entrecortadas.
Rézale cuándo estés triste dijo al darme una medalla,
y no pienses que vas solo si en tus penas te acompaña.

Le dije adiós muchas veces sin atreverme a dejarla,
y al fin , cerrando los ojos partí sin volver la cara.
No quiero verla, no quiero Será tan triste encontrarla
con hijos que no son míos durmiendo sobre su falda!

Quien del olvido es culpable? Ni ella ni yo. La distancia…
Que pensara de mis versos? Tal vez mucho, quizá nada.
No sabe que en mis tristezas, frente a la imagen de plata,
Invento unas oraciones que suplen las olvidadas,

Serán buenas? Quién lo duda! Son sinceras y eso basta,
Yo les rezo a mis recuerdos frente a la tosca medalla,.
Y se iluminan mis sombras y se alegra mi nostalgia
y cruzan nubes de incienso el santuario de mi alma.


Francisco A. de Icaza.

9 de septiembre de 2006

DESEO DE VENGANZA



(Soneto escrito en una tarde tempestuosa)

¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita!
¡Ven, con el tuyo mi furor excita!
¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente!

¡Que zumbe el rayo y con fragor reviente,
mientras -cual a hoja seca o flor marchita-
tu fuerte soplo al roble precipita.
roto y deshecho al bramador torrente!

Del alma que te invoca y acompaña,
envidiando tu fuerza destructora,
lanza a la par la confusión extraña.

¡Ven... al dolor que insano la devora
haz suceder tu poderosa saña,
y el llanto seca que cobarde llora!

Gertrudis Gómez de Avellaneda

8 de septiembre de 2006

ME GUSTA CUANDO CALLAS




Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda

7 de septiembre de 2006

CENTRANDO AL MUNDO



I

¿Cómo no he de llorar si tengo ojos
que tienen que mirar y que no miran?
¿Cómo no me he de ahogar si mis pulmones
absorben aire, pero no respiran?
¿Cómo no he de tener perturbaciones,
si mi sangre no cabe en la existencia?
¿Cómo no he de clamar compensaciones,
si en mí todo se adentra con demencia?
¿Cómo no he de desear realizaciones,
si me consumo en ansias desiguales?
¿Por qué no he de saciar yo mis pasiones,
si me arrastra el tumulto de los males?
¿Y cómo, si respiro tentaciones,
va mi pulso a tener ritmos normales?


II

¿Por qué no puedo llorar,
cuando sufrir puedo tanto?
¿Por qué no me brota el llanto,
si no hago más que pensar?
¡Que no puedo soportar
lo que en mi mente se agolpa!...
Yo prefiero renunciar
a esta vida que es locura,
que continuar la tortura
de vivir con pensamientos.
No es posible más tormentos,
pues mi cerebro me mata,
y eternidad se dilata
haciéndome, en vida, ver
que pensar es padecer.


III

Muerte y Vida, sois en mí
la misma inquietud doliente,
el mismo trayecto ardiente
que nace donde termina;
una fuerza que domina
en idénticas porciones.
Vida y Muerte, sois pasiones,
un solo círculo hacéis:
si distantes parecéis
engaño es de cercanía.
No hallo en vida lozanía
ni en muerte temo final,
que yo os uno por igual
y en línea curva os realizo,
hasta el instante preciso
que por haberos juntado
sois infinito saciado.


IV

Como la tierra yo soy
de redonda y giratoria.
Girando en mí misma doy
los matices que en el día,
en sucesiva armonía,
terminan para empezar.
Parece mi despertar
claro y sin complicaciones,
y son luego mis pasiones
que, al sol, fuego hacen brotar.
Viene después mi penar,
y tarde y noche se unen
en sombras que se resumen
de nostalgias y ansiedades,
y que uniendo mis verdades,
cual tierra me hacen girar.


V

Cual un espejo, reflejo
la imagen que está delante;
cambia mi faz cada instante,
tiene infinitas reacciones:
todas ellas son ficciones,
espejismos del espejo.
Mi cristal está perplejo;
inmóvil, al mundo abarca.
La nueva visión aparta
el recuerdo de la ida.
Mi vida está convertida
en un reflejo constante
de mi transcurrir cambiante.


VI

Caminaba yo de frente
y mi sombra iba detrás.
Yo pensé que la cubría,
pero mi sombra tenía
la potestad suficiente
de tornarme transparente,
y ocupando mi lugar,
ella se filtró silente,
y yo, su sombra... fui atrás.


VII

Eliminando, sí... eliminando,
he de hallar, por mí misma, la verdad.
Probando todo, pero caminando,
al camino certero he de llegar.
Mi victoria será nunca parar:
tomarlo todo sin anclar en nada,
y a fuerza de dejar, irme saciado.
¡Que la muerte me encuentra exterminada!


VIII

Yo no hablo de la noche
oscura por que no hay sol,
hablo de la noche negra,
eterna porque hay dolor.
No es que me falte valor
de ver mi noche despierta,
es que, velando, estoy muerta
y me enciende este negror.
¿Cómo, si muriendo voy,
tengo este fulgor de llama?
¿Por qué me quema esta flama,
si agonizando ya estoy?
Es que, viviendo, yo doy
la agonía cada día...
Se exalta mi fantasía,
mas la noche me reclama.


IX

La muerte me ha acompañado,
puesto que de ella nací.
Con muerte adentro crecí
y viviendo la he llevado.
En mi ser obsesionado
la muerte fue mi tortura,
porque nací en la amargura
y muriendo he caminado.
Muerte en vida yo he probado,
que se muere cada día:
lo que se cree lozanía
es ya trayecto pasado.
Sólo se dirá colmado
lo que por muerto es un hecho,
que es el camino deshecho
el único realizado.


X

Cada vez que lloré,
con el llanto vertido a la tierra inundé.
Cuando me sonreí,
con mi risa esparcida todo el aire invadí.
Si llegué a suspirar,
mis suspiros tornaron más convulsa la mar.
El día que yo muera
morirá mi figura,
mas la esencia vertida
quedará retenida,
y mi alma victoriosa
vibrará conmovida,
al vibrar cada cosa.


XI

¿Qué es lo que oigo, sin oír?
¿Qué siento yo, sin sentir?
¿Por qué si no hay nada, hay tanto?
No hay rumor y se oye un canto,
canto de voces ahogadas,
por mi soledad fraguadas;
figura de sombra tienen;
no existen y se mantienen,
sombra de sombras aladas
en espirales atadas;
su murmullo suena a llanto,
nada son y dan espanto.
Mas ¿las podré resistir,
latiendo con su latir?


XII

Estoy velando mi muerte
y a pesar de ello, estoy viva.
Aun siento la sangre activa
y ya terminó mi suerte.
¡Ay, vida, yo quiero verte!
A veces dudo que seas:
martirizarme deseas,
desde el momento que siendo,
yo muerta estoy existiendo
sin que mi velar tú veas.


XIII

Todo lo siento penar,
el llanto, la risa, el humo.
Al bien con el mal lo sumo,
¡angustioso encadenar!
Eres, vida, el retornar
engañoso hacia la nada.
Te creen radiante jornada,
y eres abismo insondable.
No eres sueño irrealizable,
eres muerte no soñada.


XIV

¡Qué tremendas las cosas no vividas!
Tienen más alma que las realizadas.
Nunca han sido, ni son, ni serán nada,
y su aspecto de sombra proyectada,
más que si fueran, la intensifica.
Si su fantasma no se justifica,
razón tendrá para querer aislarse:
que el no ser es también un realizarse,
quizá de una manera más rotunda.
Si la sombra se aparta vagabunda,
el abismo tendrá que consumarse.


XV

Centrando al mundo él me está rodeando,
mi vista está esparcida a todas partes:
son mis ojos gigantes sin baluartes,
y eternidad al tiempo van robando.
En frenética lucha, están buscando
ver el final de lo que ya no existe;
su redondo mirar por fin desiste:
tanta soberbia los está cegando.
Mas, misterio que sigue perturbando,
a mis llagados párpados estruja
y a mis ojos cegados los empuja
a seguir la negrura investigando.


Pita Amor.

6 de septiembre de 2006

VEN


Ven esta noche, amado;
tengo el mundo sobre mi corazón...
la vida estalla...
Ven esta noche, amado;
tengo miedo de mi alma.

¡Oh, no puedo llorar!
Dame tus manos
y verás cómo el alma resbala tranquilamente,
cómo el alma cae en una lágrima...

Alfonsina Storni

3 de septiembre de 2006

DETENTE SOMBRA



Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Sor Juana Ines de la Cruz

2 de septiembre de 2006

QUE SE CIERRE ESA PUERTA



Que se cierre esa puerta
que no me deja estar a solas con tus besos.
Que se cierre esa puerta
por donde campos, sol y rosas quieren vernos.
Esa puerta por donde
la cal azul de los pilares entra
a mirar como niños maliciosos
la timidez de nuestras dos caricias
que no se dan porque la puerta, abierta...
Por razones serenas
pasamos largo tiempo a puerta abierta.
Y arriesgado es besarse
y oprimirse las manos, ni siquiera
mirarse demasiado, ni siquiera
callar en buena lid...

Pero en la noche
la puerta se echa encima de sí misma
y se cierra tan ciega y claramente
que nos sentimos ya, tú y yo, en campo abierto,
escogiendo caricias como joyas
ocultas en las noches con jardines
puestos en las rodillas de los montes,
pero solos tú y yo.
La mórbida penumbra
enlaza nuestros cuerpos y saquea
mi inédita ternura,
la fuerza de mis brazos que te agobian
tan dulcemente, el gran beso insaciable
que se bebe a sí mismo
y en su espacio redime
lo pequeño de límites distancias...

Dichosa puerta que nos acompañas
cerrada, en nuestra dicha. Tu obstrucción
es la liberación de estas dos cárceles;
la escapatoria de las dos pisadas
idénticas que saltan a la nube
de la que se regresa en la mañana.


Carlos Pellicer

1 de septiembre de 2006

EL VIEJO ROMANCE


Era una noche serena,
y era en el mes de las flores...
(Yo no conocía la pena,
porque la vida era buena
y eran buenos los amores...)
... y aquella noche serena,
toda azul y toda plena
de luceros tembladores,
borracho de miel de amores
y en brazos de mi morena,
yo sentí que el alma buena
se me cuajaba de flores,
y que la noche serena
-¡toda azul!- estaba llena
de cantos de ruiseñores...

Estaba la callecita
de su barrio, tan solita
y tan triste, con sus viejas
casonas, de duras rejas
y de portones ferrados
con su luna en los tejados
y con los muros blanqueados;
con su encanto y su misterio
y su paz de cementerio,
y su farol que ilumina
el hidrante de la esquina
de construcción vieja y rara,
que destila sin cesar
un chorrito de agua clara
que no deja de cantar...

Yo, enamorado y sencillo,
con el alma enternecida
rebosante de ilusiones,
junto a la reja florida
tocaba en el organillo
serenatas y canciones
para la novia dormida...

Esa noche, los luceros
brillaban más y mejor;
parecían pebeteros
los jazmineros en flor;
...y yo, sediento de amores,
en brazos de mi morena,
sentí que la vida buena
se me inundaba de flores,
y que mi alma estaba llena
de trinos de ruiseñores...
Hoy... ¡Corazón dolorido!
¡Pobre corazón desierto,
aunque parezcas dormido,
yo sé que estás casi muerto...!
Tus ilusiones de ayer,
murieron una por una;
para nunca más volver,
se fue tu buena fortuna;
... ¡y hasta la linda mujer
que amaste como a ninguna,
se diluyó con la luna
en aquel amanecer...!
¡Es mejor que no pensemos
en las venturas de ayer...!
...¡Ay, corazón, olvidemos...!
Al fin... ¡qué vamos a hacer...!

Rubén C. Navarro